El presidente Medina tiene hoy 79 días al frente del Poder Ejecutivo. Justo sesenta y una jornadas menos que François Hollande, primer mandatario de Francia, quien ha afrontado con voluntad política y el coraje que solo se encuentra en la entrepierna de los verdaderos hombres, una situación parecida a la que no se atreve a acometer Danilo, no obstante haber dicho que se había preparado para gobernar.
Para solo tener una idea de la efectividad de su decisión para reducir el gasto público en el país galo, habida cuenta que la muestra sobrepasa al socorrido botón, atención a las primeras medidas implementadas por el presidente francés: Reducción en un 40% los salarios de los altos funcionarios del tren gubernamental que devenguen más de 800 mil euros al año y 25% a los sueldos de todos los funcionarios medios.
Además, monsieur Hollande dispuso que se subastaran, como en efecto se hizo, todos los vehículos oficiales de lujo, y destinó los recursos recaudados al Fondo de Bienestar para ser distribuidos entre las regiones más necesitadas de la geografía francesa. Sin embargo, no conforme con la reivindicación de los bienes del erario, le agenció a la ciudadanía la reparación moral que merece.
A los beneficiarios de estos privilegios se refirió en los siguientes términos: Si un ejecutivo que gana 650,000 euros año, no puede permitirse el lujo de comprar un buen coche con sus ingresos del trabajo, quiere decir que es demasiado ambicioso, que es estúpido, o que es deshonesto. La nación no necesita ninguna de estas tres figuras. (sic). Más claro no canta un gallo, ni con micrófono
Pero resulta que hay más; y, sin quizás, se puede asegurar que es lo más importante y trascendente. Acaso con la asesoría de la canciller alemana, Ángela Merkel, quien tiene más experiencia de Estado, François Hollande decretó con urgencia el aumento de un 75% al tributo de las familias que ganan neto más de cinco millones de euros al año. ¡No es posible mejor referente!
