Opinión

MI VOZ ESCRITA

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Una vez leí, no sé dónde ni cuándo que “de nada se ha de tener tanto miedo, como al miedo de uno mismo”. Lo que sí recuerdo es que se citaba a Franklin Delano Roosevelt. Y, ¿quién es F. D. Roosevelt? Sin temor a equívoco, el estadista más trascendente de la historia política del continente americano, y uno de los primeros cinco líderes del mundo del siglo XX. El único de sus pares que tuvo que vencer una enfermedad entonces catastrófica, antes de lograr la cadena de éxitos que le tenía reservada su envidiable destino.

¡Hay que creer en algo! Suele exclamar la gente de Fe, cuando suceden cosas para bien en las que es incuestionable la intervención de la Voluntad Divina; y, ¿cuánta razón tiene? Cuando la impiedad, en 1921, acaso por capricho de la suerte, estuvo a un tris de tronchar para siempre la brillante carrera política y de estratega militar de Roosevelt, ¿quién iba a pensar siquiera, que ese hombre hemipléjico tendría hoy el honor de ser el único presidente estadounidense en lograr dos reelecciones y ser el artífice de la recuperación económica de Estados Unidos, luego del desacertado ejercicio presidencial del republicano Herbert Hoover?

Esa desgraciada gestión provocó la bien llamada Gran Depresión Esta crisis en el orden económico explosionó con el desplome de la bolsa de valores en 1929 y se hundió durante y a seguidas de la campaña electoral por la presidencia en 1932. La quiebra de miles de bancos y el cierre de otros tantos negocios; además de la paralización del 25% de la fuerza laboral del país, fueron la razón fundamental para que los norteamericanos eligieran con una abrumadora mayoría de votos a Franklin Delano Roosevelt, nuevo prestatario de la Casa Blanca…

   

El Nacional

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