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Mis años como entrevistador TV

Mis años como entrevistador TV

En el año 1972 fui director de prensa del Canal Rahintel, donde mantenía su programa de entrevistas “El pueblo Cuestiona”, el destacado comunicador Ercilio Veloz Burgos. Desde que nos presentamos se produjo inmediata empatía, lo que determinó que me ofreciera la posibilidad de sustituirlo en el programa, cuando por cualquier circunstancia no pudiera realizarlo.

¿Cuánto me cobrarías por ese servicio?- preguntó, una vez que acepté la tentadora oferta. -Soy yo quien debe saber cuánto debo pagar para alcanzar popularidad haciendo de cuando en cuando espacio- respondí, lo cual satisfizo a Ercilio, con quien desde entonces mantengo una sólida relación amistosa.

Como solamente operaban en el país la televisora Rahintel, y el canal oficial, la audiencia de ambos era numerosa, por lo que mis esporádicas apariciones en el programa de Ercilio me sacaron de la clandestinidad visual en que estaba sumido.

Debo confesar que los viajes a la ciudad de Nueva York por parte del versátil comunicador, que me permitían sustituirlo en su programa, eran esperados por mí hasta con impaciencia.

Esto se debía que la gente me abordaba en la calle para hablarme de mi participación en El pueblo Cuestiona, lo que halagaba mi secreta vanidad.
Tuve además la suerte que otro talentoso productor televisivo, Alberto Amengual, me pidiera que de cuando en cuando me hiciera cargo de su Sea usted el Jurado.

El hecho de que me desenvolviera de forma aceptable en ambas producciones me puso a pensar en introducir mi efigie en la pantalla chica con programas del mismo género.

Así nació en el año 1978 mi programa de entrevistas Controversia, donde llevaba a dirigentes políticos de diferentes organizaciones a debatir sobre temas y situaciones del acontecer nacional e internacional.

Durante el tiempo en que dirigí ese programa comprobé la veracidad de la expresión que afirma que el mejor negocio que se puede realizar es comprar a una persona por su valor real, y venderlo por lo que cree que vale.

Y es que cuando colocaba en alguna de las emisiones a dos políticos, cada uno me llamaba para decirme que lo había rebajado de categoría con mi escogencia.

-Yo merecía tener un debate con alguien que estuviera a mi altura, modestia aparte- era una de las frases más socorridas en estos casos.
En vista de que varias veces los contendores estuvieron a punto de irse a los puños, el morbo de la gente colocó el programa en los primeros lugares de los ratings de las publicitarias.

Pero debido a las críticas que recibía de simpatizantes de algunos dirigentes que habían sido agredidos verbalmente por sus rivales en las presentaciones de Controversia, decidí producir un programa con diferente formato, y ese fue el inicio de Vertiente de Opinión.

Con algunos periodos de suspensión, esta producción alcanza tres décadas, y con alzas y bajas de teleaudiencia y de facturación.
Las entrevistas han perdido para mí parte de las sorpresas que en ocasiones me han apartado de mi temperamento pacífico.

Una de las situaciones que más disgusta a los productores de programas de este tipo son las impuntualidades, o la no presentación de los entrevistados, que generalmente describimos con la frase: fulano me dejó enganchado.

El genial Freddy Beras Goico realizó una magistral caracterización del invitado monosilábico, que coloca a su entrevistador al borde de la muerte súbita.
Más de una personalidad ha faltado a su compromiso de presentarse en Vertiente de Opinión tres o cuatro veces, lo que me ha obligado a sacarlos de mi lista de potenciales entrevistados.

Lo gracioso es que generalmente se ofenden por esta lamentable decisión, y han llegado a aplicarme el calificativo de susceptible. Es harto demostrado que nadie le cae bien a todo el mundo, y parte de la teleaudiencia de mi programa me pide que no lleve tanto a fulano o fulana, mientras otros solicitan que los lleve más a menudo.

Admito que disfruto realizando mi espacio televisivo, y ojalá que mi carga de añejamiento no me impida nunca darle seguimiento. Porque el pasado meridiano que no emplea sui tiempo en alguna labor útil, puede irse al otro mundo por causa del aburrimiento.

El Nacional

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