Opinión

Mujeres y salud

Mujeres y salud

“Te oigo, pero no te veo”

Llegó sangrando al hospital de Monte Plata. Una puñalada en el glúteo le estremecía de dolor. Cuentan que mientras se mofaban, algunos médicos le hicieron una sutura superficial y luego le dieron el alta.

“Te oigo pero no te veo”, le decía la joven a su amiga en medio del sufrimiento. Los doctores, burlonamente, sentenciaron que la paciente estaba borracha y le reiteraron que ya debía abandonar el centro de salud.

Al otro día, cuando el sol se levantó, la encontraron muerta. Víctima de una hemorragia interna. ¿Pero qué la mató, la hemorragia o la discriminación?

Alexis, de 27 años, era una joven transexual que fue apuñalada en las patronales de El Deán en la provincia Monte Plata. Como ser humano, buscó ayuda médica entre los que creyó que tenían humanidad, pero lo que encontró fue escarnio y burla.

“Te oigo pero no te veo”, repetía para hacer notar que algo no andaba bien. Cualquier médico con un mínimo de formación sabe que un paciente con una herida de ese tipo, que dice que está perdiendo la visión probablemente tiene hipotensión arterial y podría ser debido a una hemorragia interna.

Pero como si el juramento hipocrático tuviera cláusulas que sugirieran tratar a unos pacientes con menos dedicación que al resto, en el caso de Alexis los galenos atribuyeron su debilidad a quejas exageradas y su visión borrosa a una supuesta borrachera.

Su cuerpo estaba frío y pálido cuando lo encontraron a la mañana siguiente en una habitación del centro de diversión donde trabajaba. Murió mientras dormía en la confianza de que los médicos habían hecho lo mejor. Pero no lo habían hecho.

La herida que le habían infligido, vista a tiempo por personal médico, no debió ocasionarle la muerte. Si tanto se quejaba ¿por qué no le dejaron en observación? ¿Por qué en su ejercicio profesional no fueron más allá de sus prejuicios?

No es de extrañar que hoy sus amigas trans sientan indignación e impotencia. Porque ¿cómo puede una persona no indignarse ante la deshumanización no solo del personal médico, sino de una gran parte de la sociedad?

Tratar a las personas desde una pretendida posición superior, discriminándolas por sus preferencias sexuales o por su género es un signo inequívoco de una pobreza de valores que se manifiesta en falta de humanidad. Los médicos estamos para salvar vidas.

Darles la espalda a quienes les necesitan es la forma en que el odio suele gritar: “Te oigo, pero no te veo”.

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