Haití , nuestro segundo socio comercial, es el país a donde exportamos una gran cantidad de productos, que no hemos logrado colocar en ningún otro mercado, (hasta las plantas decorativas que se venden en Petion Ville, proceden del país). Este comercio ha sido en gran parte responsable, para mantener la estabilidad económica en nuestro país.
Negociar con haitianos es difícil, por tradición no son buenos comerciantes, no respetan los protocolos, durante siglos de esclavitud, siempre estuvieron sometidos al amo, que les proveía el techo y alimentación, cuando obtuvieron la independencia, muchos se sintieron tan incapaces de valerse por sí mismos que se marcharon junto a ellos. Hoy, ese sustento económico, viene de las ayudas internacionales.
En Haití se negocia con tres monedas: El gourde, el dólar americano, y el dólar haitiano, esta ultima la mas común en los precios de los supermercados y restaurantes, es una moneda que no existe físicamente, sino que cada dólar haitiano es igual a cinco gourdes, entonces para tener el precio de lo que se paga en dólares, hay que multiplicarlo por cinco y después dividirlo en cincuenta. Una locura!
A Ud. le habrá pasado, que cuando quiere comprar o contratarlos para un trabajo, empiezan pidiendo precios exageradamente altos, y luego terminan con cualquier bagatela. Como descendientes de esclavos, no saben decir la palabra “NO”, y cuando crees que has logrado cerrar un negocio con ellos, entonces se desaparecen, que también es su forma para decir no.
A pesar de estas diferencias de comportamiento, por siglos, el intercambio comercial con los habitantes de la parte oeste de la isla, nos ha sido siempre favorable, por lo que se impone que sigamos conversando y buscando acuerdos armoniosos de “ganar ganar”, sobre todo ahora que la inescrupulosa elite comercial haitiana, maniobra para obtener exageradas ganancias, y que los políticos de uno y otro lado con sus pronunciamientos nacionalistas les hacen el juego.
