No porque haya estudiado Derecho, el presidente Leonel Fernández sabe que el indulto con el que ha favorecido a la señora Vivian Lubrano es ilegal y contrario a toda norma ética. No hace falta. Indultar a un condenado que no ha iniciado el cumplimiento de la pena no tiene ninguna arista por donde agarrarse.
El consultor jurídico, el asesor de imagen, el comité político, Fefita, Jack Veneno, Peña Suazo, Johnny Ventura, los 353 subsecretarios de Estado, el capellán mayor, todos sabían que la real intención de ese decreto no estaba conforme al espíritu de la ley por medio de la cual ha sido creado el indulto, la cual no es exclusiva de nuestra legislación.
El Presidente y todos sus asesores y consultores sabían que una medida de ese tipo merecería el rechazo de la comunidad pensante y de toda gente sensata. Pero cuando firmó el decreto 487-08 el Presidente pudo haber cantado aquel bolero que dice: Que murmuren, no me importa que murmuren, ni lo que diga la gente
Lo que tal vez no tarareó el Presidente fue el versículo que dice: el agua se aclara sola, al paso de la corriente. El tiempo es como esa corriente de agua, el tiempo lo aclara todo. En el ambiente palaciego pudo pensarse que el futuro no existe, sólo importa el presente.
La interpretación más común que se ha dado al indulto de la señora Lubrano es que aquí lo peligroso es coger poco, pues para quienes eso hagan, sí hay cárcel. Pero en el orden de la moral política se tiene otra interpretación. Se trata de que el presidente Fernández está diciendo con esto que él se sitúa por encima de la Ley, él lo puede todo.
Vivian Lubrano fue ejecutiva del Baninter y como tal resultó implicada en el más grande fraude cometido en la historia de la banca. El 17 de abril de 2008 fue condenada a cinco años de prisión por un tribunal competente. Desde entonces ha venido enfermando sin que haya forma de que ingrese al purgatorio de Najayo.
Ante tantas excusas médicas, el juez de la Ejecución de la Pena de San Cristóbal, Francisco Mejía Angomás, otorgó mediante sentencia del 22 de octubre un plazo de sesenta días para que la señora Lubrano recuperara su salud y pudiera llegar con buen estado físico al lugar donde le correspondía.
El plazo del magistrado Mejía Angomás se cumplió el sábado 20, pero ninguna autoridad interrumpió el recogimiento de la sentenciada. El director de Prisiones, Manuel Pérez Sánchez, recordó, no obstante, en una publicación del siete de diciembre, el vencimiento de la gracia concedida por el Juez.
El lunes 22 el presidente Fernández sorprendió con el vergonzoso indulto, que incluye además a dos acusados de corrupción del Plan Renove, con la deliberada intención de restar objeciones a la medida.
No siempre la turbiedad se aclara de inmediato, pero eso sí, se aclara. Aunque el gobierno piense que el futuro no existe, ni le importe lo que digan.