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ORTO-ESCRITURA

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Provincias, municipios y gentilicios equivocados
Gentilicio es la denominación común para personas que pertenecen a una misma nación o lugar de nacimiento. Es relativo a la gente y por extensión se aplica a manifestaciones propias de los humanos (arte, literatura, cultura…).
En nuestro país, el gentilicio por excelencia es “dominicano”, aplicable a los nacidos en la República Dominicana o a extranjeros que hayan optado por nuestra nacionalidad.

Los municipios y hasta localidades menores tienen establecida la forma de denominar a sus naturales (materos, sanjuaneros, higüeyanos, micheros…). Lo que está por resolverse es el gentilicio de las provincias, una demarcación que abarca a varios municipios, y que es desde cierto punto de vista una ficción.
El Diccionario de la lengua española, -el académico- ha cargado con algunas distorsiones a propósito de los gentilicios de nuestras provincias, asunto que no ha sido tema de preocupación para autoridades ni para intelectuales.

Los nacidos en el Distrito Nacional son llamados “capitaleños” y así lo define el Diccionario. Se quedaron fuera de la Capital y sin gentilicio los habitantes de la provincia Santo Domingo, sobre los municipios Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte y Santo Domingo Oeste.

Cuando el DLE define el vocablo “azuano” como natural de Azua, comunidad o provincia, incurre en imprecisión, en un intento de dar gentilicio a la comunidad provincial para lo cual usa el mismo del municipio Azua de Compostela. Diferente ocurre al referirse al adjetivo “neibero”, que lo limita –como tiene que ser- a “natural de Neiba, capital de la provincia de Bahoruco”.

En cuanto a Barahona, el principal código de la lengua española liga provincia con municipio. Me parece que la gente de Cabral y Vicente Noble no se reconocen como “barahoneros”, sino que dejan ese honor a los nativos de Santa Cruz de Barahona.

Muchas de nuestras provincias llevan el nombre del municipio cabecera, lo cual genera alguna confusión, entre usuarios públicos de la lengua, como periodistas, funcionarios, dirigentes políticos y otros. Dajabón, es ejemplo de ello. “Dajabonero” es gentilicio para los del municipio que lleva el mismo nombre de la provincia, pero no para los de Loma de Cabrera, Partido y Restauración.

La incultura hace que muchos, incluidas autoridades y educadores, hablen de San Francisco de Macorís como una provincia, cuando en realidad es el municipio cabecera de la provincia Duarte, donde habitan los “francomacorisanos”. Este gentilicio aparece perfectamente definido en el Diccionario académico: Natural de San Francisco de Macorís, localidad de la provincia de Duarte, en la República Dominicana.

En lo que respecta a mi provincia, El Seibo, de la cual forma parte el municipio de Miches, resulta erróneo llamar “seibano” a todos los nacidos en el territorio provincial, puesto que esa palabra es patrimonio del municipio cabecera, que es Santa Cruz de El Seibo. Los de Miches, micheros.

El caso más curioso ocurre con la provincia Elías Piña, tanto llama la gente con ese nombre al municipio cabecea -Comendador- que hasta en el gentilicio se ha expresado. Llaman “eliaspiñense” o “eliaspiñero” a los naturales de Comendador. Presumo que esto no moleste a los de Bánica (baniqueros); Hondo Valle (hondovalleros) ni de Pedro Santana (pedrosantanenses).

Para que la curiosidad se acentúe, el adjetivo “comendadorense”, como eliaspiñense y eliaspiñero, son registrados en el Diccionario del español dominicano, como gentilicios de Comendador. Ninguno aparece en el Diccionario académico.

Mocano es el gentilicio para los nacidos en Moca, -mocano, de Moca, dicen ellos- pero no incluye a los demás municipios de la provincia Espaillat, que tienen bien precisadas sus identidades: cayetanenses, jamaeros, gasparenses, según que procedan de Cayetano Germosén, Jamao al Norte o Gaspar Hernández.

El Nacional

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