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ORTO-ESCRITURA

ORTO-ESCRITURA

Diminutivos que han dejado de serlo.-
El diminutivo -ya es bien sabido- incluye una variación en la palabra para expresar una atenuación de su valor semántico, para demostrar afecto, encarecimiento, cercanía, ponderación, cortesía, ironía o menosprecio.

No se requiere de estudios especializados para entender que con esta forma las palabras adquieren una modificación que incide sobre su significación, pues el diminutivo le llega al hablante por la herencia social. Los dominicanos somos buenos usuarios de este recurso lingüístico.

Lo que es poco común en el habla dominicana es la terminación –illa,-illo para formar el diminutivo. Sin embargo, empleamos unos diminutivos que nos parecen muy naturales, como palillo (de palo), pajilla (de paja), manecilla (de mano), perilla (de pera), camilla (de cama), molinillo (de molino) y varilla (de vara).

Hay que notar la particularidad de que estos sustantivos han venido perdiendo el auténtico valor diminutivo porque los usamos como si se tratara del nombre original con el que designamos seres y cosas.

Los hablantes han determinado el uso de diminutivos (palabras que derivan de otras) para nombrar elementos de la naturaleza (manzanilla, vainilla, canelilla) o de objetos de uso cotidiano (palillo, pajilla, cigarrillo, sombrilla).

En esto entra la función de los lingüistas, quienes han llamado lexicalización a este fenómeno. Es decir que manzanilla (de manzana), vainilla (de vaina), canelilla (de canela), palillo (de palo), pajilla (de paja), cigarrillo (de cigarro) y sombrilla (de sombra) son diminutivos lexicalizados.

El verbo lexicalizar aparece en el Diccionario de la lengua española con el siguiente significado: “1. tr. Ling. Hacer que un elemento lingüístico pase a formar parte del sistema léxico de la lengua. U. m. c. prnl. La palabra ventanilla es un diminutivo que se ha lexicalizado.

Hay metáforas que pueden lexicalizarse”. Obviamente que lexicalización habrá de ser la acción y efecto de lexicalizar.

Cuando bebemos un buen chocolate contenido en un /pozuelo/, difícilmente pensemos que el nombre de ese recipiente deriva de pozo. ¿Un pozo pequeño? Bueno, es el diminutivo. Lo mismo ocurre con /pañuelo/, pedazo de tela pequeño, generalmente cuadrado, que sirve para limpiarse la nariz o el sudor y para otras cosas, es un diminutivo de paño, que también tiene para esa función a pañito, pero que no es lo mismo que un pañuelo.

Alguien podría sorprenderse al leer que la acción propia de los niños cuando dan sus primeros pasos se nombra con el diminutivo de pino. Pinito (usada más en plural, pinitos) es esa palabra. En República Dominicana y otros países hispanoamericanos la cambiamos por /pininos/.

¿Qué decir de un espacio alargado y estrecho que sirve de paso? Es un /pasillo/, diminutivo de paso; pero más raro le sonará que /gatillo/, pieza del disparador de un arma que se aprieta con el dedo para hacerlo funcionar, es diminutivo de gato.

Molinillo, diminutivo de molino, es un instrumento pequeño para moler o batir. Muchos dominicanos solemos pronunciar “molenillo”.

Otros ejemplos de diminutivos lexicalizados, es decir, que no actúan como tales, son: pitillo (de pito), potrico (de potro), muletilla (de muleta), almohadilla (de almohada), hatillo (de hato), pepinillo (de pepino), limoncillo (de limón), vinagrillo (de vinagre), centralita (de central), estribillo (de estribo), hornillo (de horno), manecilla (de mano), varilla (de vara), ventanilla (de ventana), guerrilla (de guerra), camilla (de cama), colilla (de cola), sillín (de silla), libreta (de libro), cabecilla (de cabeza), perilla (de pera), estatuilla (de estatua), granadilla (de granada), botín (de bota, cuando se refiere a un tipo de calzado). Y hay más.

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