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ORTO-ESCRITURA

ORTO-ESCRITURA

Adaptación de extranjerismos al español
Ninguna lengua se ha formado de un día para otro. Más bien es resultado de una serie de interacciones entre sujetos que practican el comercio, la guerra, las migraciones, la dominación de unos sobre otros o un tipo de relación que implique comunicación e intercambio.

El español se ha formado a partir del latín. Este se extendió por la península ibérica a partir del siglo III antes de Cristo y se impuso a las lenguas prerromanas. De ese latín con influencia de las lenguas de la región procede la base léxica del español. Es lo que se denomina léxico heredado o patrimonial.

El latín siguió predominando en Europa y fue la lengua de cultura por excelencia. Las lenguas romances recurren a ella para cubrir necesidades expresivas. A través del griego llegaron, sobre todo, los términos cultos, propios de la ciencia: biología, filosofía, ortografía, pedagogía.

Hoy el español es una lengua adulta, hablada por más de quinientos millones de personas, solo superada por el mandarín, idioma de los chinos.

El contacto del español con otras lenguas (árabe, italiano, inglés, francés, indígenas americanas) atrajo términos de las mismas para originar el léxico adquirido.
El comercio, la tecnología, la persistencia de las migraciones, los intercambios artísticos y deportivos, los nuevos hábitos de consumo e incluso las relaciones políticas, facilitan el ingreso de términos de otras lenguas que se tornan necesarios en la nuestra.

Se ha llamado préstamo lingüístico a la adquisición de una palabra procedente de otra lengua. Es recomendable recurrir previamente al acervo lexicográfico del español y localizar el vocablo indicado, por su valor semántico, para sustituir la voz extraña.

De modo que es preferible decir computadora personal en lugar de “personal computer”; disco compacto y no “compact disc”, cedé y no cidí (CD), gestor o manejador de redes, en vez de “comunity manager”, restaurante y no “restaurant” o “restorán”..

Algunas palabras y expresiones extranjeras carecen de equivalentes para la traducción o el que aparece dificulta apreciar el sentido de lo que se quiere expresar. Es entonces cuando se procede a la acuñación del neologismo. Ese neologismo adaptado asumirá un comportamiento propio de un vocablo del español, tanto para formar el plural, como el diminutivo o someterse al accidente de género (femenino, masculino).

Algunos de estos vocablos procedentes del inglés pudieron ser traducidos, pero los hablantes del español prefirieron aceptarlos por el sonido de su lengua de origen, y los académicos recomiendan escribirlos de este modo: beisbol, fútbol, líder, mitin, blíster, eslogan, estrés, escáner, estándar…).
Del francés hemos adaptado coñac (en francés cognac), champán (champagne), chofer (chauffeur), garaje (garaje).

Estos ejemplos del italiano: espagueti (spaghetti, plural de spaghetto), yacusi (yacuzzi), lasaña (lasagna).
Lo que dice la Ortografía de la lengua española: “Las voces extranjeras deben escribirse siempre en los textos españoles con una marca gráfica que destaque su condición de palabras pertenecientes a otra lengua: preferentemente en cursiva en la escritura tipográfica (siempre que el texto base esté escrito en redonda; pero en redonda, si el texto base está escrito en cursiva) y entre comillas en los textos manuscritos, donde no es posible establecer la oposición entre la letra redonda y la cursiva.

Esta marca gráfica estará indicando que el término en cuestión es ajeno a nuestra lengua y que, debido a ello, no tiene por qué atenerse a las convenciones ortográficas españolas ni pronunciarse como correspondería en español a esa grafía”. (pag. 601).

El préstamo o adaptación de términos extraños es una vía de enriquecimiento del español. Eso sí, esto requiere respeto para el perfil de nuestra lengua.

El Nacional

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