Está probado que, algunas veces, los países en busca de su felicidad tienen que pasar por oscuros laberintos políticos. Ese ha sido nuestro caso. La dictadura de Trujillo. Luego, el gobierno democrático del profesor Juan Bosch apenas duró siete meses. El golpe trajo la Revolución de 1965, y después vinieron los doce años represivos que encabezó Joaquín Balaguer.
Con la llegada del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) al poder, en 1978, la mayoría de la población pensó que comenzaría una nueva era enteramente democrática; pero no fue así, y don Antonio Guzmán Fernández terminó suicidándose en el Palacio Nacional. A Jacobo Majluta le tocó gobernar por varios meses. Y después entró en escena Salvador Jorge Blanco, también del PRD, y la cosa fue peor.
El PRD demostró que era una buena organización opositora, aunque pésima gobernando. Cosa que facilitó que el doctor Balaguer volviera en 1986.
Y mientras todo acontecía, nuestro sufrido pueblo pasaba las mil y una noches. Hasta llegó al Palacio el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en 1996, con Leonel Fernández a la cabeza.
Las cosas empezaron a cambiar a favor de la población. Pero el país sufrió de nuevo otro colapso con la llegada del PRD y del ingeniero Hipólito Mejía en el 2000. El desastre fue descomunal.
Por suerte, en el 2004 volvió de nuevo el PLD con Leonel, y los resultados tangibles de sus ocho años como jefe de Estado están a la vista, independientemente de los dardos envenenados provenientes del litoral perredeísta y de los sectores radicales de la sociedad civil.
A Leonel le correspondió pasarle la antorcha a Danilo Medina en el 2012, quien está realizando un gobierno aplaudido por la inmensa mayoría.
Definitivamente que el PLD sabe gobernar. Solo Dios sabrá hasta cuándo tendremos al PLD en el poder haciendo las reales transformaciones que demanda la sociedad dominicana.
La oposición también está pasando revista, y hará todo el esfuerzo posible por desacreditar la correcta política que viene poniendo en práctica el gobierno de Danilo Medina. Preparémonos para hacer frente a los portadores del caos y del desasosiego.
