Opinión

Perversidad y corrupción

Perversidad y corrupción

El hombre se diferencia de los animales porque tiene la facultad de razonar. Por ello, para no permanecer aislado del mundo que le rodeaba, comenzó a socializarse, obteniendo muy buenos resultados.  Desde sus primeros días en la Tierra, se dedicó a adquirir conocimientos para entonces poder transformar la sociedad en la cual vive.

Empezó comunicándose a través del lenguaje de las señas, luego aprendió a hablar, a analizar, a coordinar y a ejecutar todo lo planeado con la esperanza de obtener resultados positivos.

Para poder subsistir, se la ingenió e hizo crecer un mercado de intercambio de objetos, aves, animales, etc. Hasta que un buen día el papel moneda se convirtió en un medio indispensable para la adquisición de bienes y servicios. Desde ese entonces, don dinero se convirtió en el medio de pago por excelencia.

La humanidad crecía vertiginosamente, y con ella los campos y las ciudades, mostrando el desarrollo de la sociedad.

Todo marchaba al gusto de Dios hasta que un día el ser humano descubrió que la ambición desmedida podría convertirlo en un hombre poderoso de la noche a la mañana.

Precisamente, ahí comenzó el hombre a alejarse de las buenas prácticas. Los valores empezaron a desquebrajarse y, al mismo tiempo, la familia a sufrir como consecuencia directa del comportamiento inaceptable de algunos de sus miembros. 

Y desde entonces la perversión y la corrupción se han convertido en dos ejes malignos causantes fundamentales de la pobreza que en muchos países resulta dominante.

Por esa razón, los gobiernos destinan cuantiosos recursos dirigidos a la implementación de políticas públicas que vayan directamente al fomento de la transparencia en la administración pública, para así lograr enfrentar exitosamente el germen diabólico de la corrupción.

¿Por qué tiene un funcionario público que adueñarse de los fondos del Estado? ¿Acaso olvida que ocupa una posición para servir con honestidad? 

La conducta humana es complicada, explosiva, conflictiva; pero, sobre todo, es sabia.  Y esa sabiduría, manejada con ingeniosidad, fácil convierte a un hombre en un líder o funcionario eficaz, productivo y noble.

El Nacional

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