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Podría ser el tercer sacerdote presidente

Podría ser el tercer sacerdote presidente

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El discurso del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez fue aprobado con excelentes notas no sólo por su feligresía, sino por el espectro político que desde un principio caviló en relación a si este personaje de excepción en realidad confundió su original vocación de religioso, y no de político.

Porque en política es que hoy más se ponderan las cadencias que son como virtudes inexistentes en los políticos que malogran el destino nacional, en Nicolás de Jesús López Rodríguez, cuando confrontamos la reciedumbre de su protagonismo religioso y el demostrado superávit de testosteronas de la que carecen los gobernantes del país, provenientes de la parcela del PLD en las figuras cuestionables de Leonel Fernández y Danilo Medina, que desaprueban las materias de seguridad ciudadana; preservación de la soberanía nacional; caos en el tránsito vehicular; monopolio del transporte público por un grupo de tígueres; desborde delicuencial como nunca, sin respuesta efectiva para su control; deforestación por granceras intocables; quemadores de aromas para elaborar carbón y venderlo en Haití devastando los bosques de bayahondas.

Invasión cada vez mayor de nacionales haitianos, más de dos millones, que ocupan sin disparar un tiro el país que costaron a nuestros patriotas fundar por 29 batallas, reyertas, escaramuzas y pleitos entre 1844-1856; endeudamiento irresponsable como nunca en nuestra turbulenta historia; corrupción que rebasa todas comparaciones pretéritas, sin control; judicatura, “periodistas” ricos, y partidos políticos “opositores”, secuestrados por la dádivas y canonjías.

En un desastre del país que el PLD ha jodido como nunca, es lógico pensar en un individuo exento de providencialismo, con el carácter recio y firme conforme apreciamos identificamos en Nicolás de Jesús López Rodríguez, para superar las anomias, reclamos ciudadanos y eclipse de la soberanía, y retomar al trayecto perdido desviado por el PLD en 14 años de tres períodos.

Es el momento propicio para concitar la voluntad de este ser humano excepcional que es Nicolás de Jesús López Rodríguez para convidarlo aportar un segundo legado luminoso a su sociedad desde la poltrona presidencial.

En esta ocasión venturosa, sin los fórceps que obligaron a dimitir el poder a monseñor Fernando Arturo de Meriño por la sombra de Ulises Heureaux, el terrible Lilís, y a monseñor Adolfo Alejando Nouel por los caudillos de Concho Primo, liderados por el impertinente y estéril Desiderio Arias, que malograron sus presidencias.

Acerquémonos al Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y conquistémosle para uncirle al llamado histórico de la sociedad dominicana para protagonizar otra etapa luminosa, y repetir su mesianismo religioso, ahora conduciendo el destino nacional 2020-2024, ¡ahora!, ante la eventualidad del surgimiento de otro gendarme por el que no pocos propician.

La insostenible especie de que por sus 81 años la pastoral política no cuadra a Nicolás de Jesús López Rodríguez, debo aclarar que el suscrito tiene un año menos que nuestro amado personaje, y jamás renunciaría a mi compromiso con mi sociedad de intentar ser un irrenunciable ventrílocuo.

El Nacional

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