Por la forma como actúan los principales actores de los grupos dominantes, se puede llegar a saber cómo está el sistema social vigente; para comprender que el ordenamiento social existente en nuestro país es igual al de la mayoría de los países de América Latina y El Caribe, solamente tenemos que analizar diferentes fenómenos y en particular el de la corrupción.
El hecho de que el territorio nacional se haya convertido en refugio de destacados cuadros políticos internacionales que en sus respectivos países han tenido problemas con el manejo de los dineros del erario, demuestra que el fenómeno de la corrupción es inherente a sistemas sociales como el que padecemos hoy y que ha hecho posible que muchos grupos políticos tengan el Estado como fuente principal de enriquecimiento.
Los partidos socialdemócratas y socialcristianos, en su generalidad, en América Latina y el Caribe, han propiciado los gobiernos más corrompidos y han estimulado las cúpulas dirigenciales que han hecho gárgara con los dineros de sus respectivos pueblos. Muchos de los presidentes socialdemócratas y socialcristianos han estado presos o andan corriendo para evitar ser alcanzados por la justicia.
Los tigres de la política aplican iguales métodos corruptos cuantas veces están en el ejercicio del poder.
Los dominicanos y dominicanas que todavía están confundidos con los partidos tradicionales, si quieren saber el nivel de podredumbre que hay en el seno de sus principales cuadros dirigenciales, les basta con examinar lo que ha sido la gestión de los politiqueros en los últimos años.
Lamentablemente las instituciones de la democracia representativa que padecemos han llegado a un grado tal de deterioro, por la profundidad de la corrupción, que todo se le esconde al pueblo dominicano para mantenerlo engañado, se le impide conocer en detalles las interioridades de todos los robos que se hacen de los recursos del Estado. Los hipócritas que hablan de combatir la pobreza no dicen que de los dineros del erario se gasta más en un mes, por servicio de celulares, que lo que el gobierno le entrega en todo el año al Instituto Oncológico de Santiago.
En este país el manto de la corrupción cubre todas las instituciones del Estado y los organismos del gobierno, y la podredumbre del sistema social vigente hace insoportable el mal olor que despide.
