Opinión

Posición temeraria

Posición temeraria

Lo que ocurre en España dista mucho del quehacer político en países como República Dominicana. No es verdad que aquí por seis votos, ni siquiera por 60, el partido en el poder, en caso de que primara el mismo sistema, no lograría formar Gobierno.

La diferencia es que allá las negociaciones se fundamentan en principios y se realizan con escrúpulos, aunque se cometan errores suicidas como los del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en su boicot para superar el tranque parlamentario, y de este lado del Atlántico no priman los escrúpulos, sino el interés de una tajada de poder para endosar un cheque en blanco.

En los procesos de negociaciones no solo se exige, sino que también se cede. Aunque el apotegma parece más que elemental los diálogos en procura de salidas suelen atascarse cuando una de las partes se atrinchera en su posición, sin medir ni siquiera el riesgo de perderlo todo. La realidad ha enseñado que en muchas ocasiones hay que dar más de lo que se estaba dispuesto para salvar el resto o evitar perderlo todo.

Al no entenderlo es a lo que se expone el PSOE con su renuencia de llegar a un acuerdo decoroso para que el líder del Partido Popular (PP) sea investido como presidente de España.
Sin más argumento que el “no” a Rajoy, el PSOE volvió a ser determinante para que el actual mandatario en funciones no obtuviera la mayoría que necesita para dirigir los destinos de España. Al fracasar por segunda ocasión la votación en el Parlamento, la península está cerca de convocar a unas terceras elecciones legislativas, toda vez que de no superarse el tranque el 31 de octubre se disolverían las cortes legislativas.

La firmeza, que sintetiza lealtad a sus postulados, se ha convertido en una sinrazón que atenta, sobre todo, contra los intereses colectivos.
Hay muchas razones por las cuales los socialistas deben ser más flexibles. Una es que bajo la gestión de Rajoy la economía ha vuelto a crecer, el gasto burocrático se ha reducido a través de la fusión y supresión de entidades, y el empleo ha aumentado. Otro es que en las segundas votaciones que se celebraron en junio el PP fue el único partido que incrementó su votación, a costa, precisamente, del PSOE y de Ciudadanos. En unos terceros comicios la organización todavía en el poder puede alcanzar la mayoría para gobernar, en tanto el partido que lidera Pedro Sánchez se expone a ser depuesto por Podemos como segunda fuerza electoral, a menos que formalicen una alianza, lo cual se nota muy difícil.

Los socialistas no son tan zoquetes como para no entender las consecuencias de su temeraria apuesta. Con unas terceras elecciones tendrán que atenerse a los resultados, que desde ya se pueden anticpar.

El Nacional

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