Opinión

Precisamente

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Adolescencia y sociedad

 

Casi todos los conflictos que afectan a las sociedades modernas tienen una causa más o menos común, nuestras gravísimas carencias emocionales. Ahí podemos encontrar la raíz de un amplio vacío existencial, violencia, numerosas depresiones, suicidios, fracasos matrimoniales, ineficiente educación, pobre educación, en fin, una descomposición social que nos arropa, fuera de límites.
Es cierto que la vida puede depararnos dulces momentos y lo mejor de todo es, que tenemos la inmensa suerte de poder disfrutarlos, también nos encontramos con momentos dolorosos y amargos, pero que sin duda, habremos de vivir. Y, ante esto, siempre tendremos dos opciones: sentarnos a esperar que algo, no se sabe muy bien qué… venga a sacarnos del oscuro pozo, mientras nos quejamos de nuestra mala suerte, y alimentamos con ello la desesperanza o bien podemos salir caminando con el esfuerzo de la superación y el optimismo, cargada al hombro.
El adolescente, por ejemplo, tiene un misterio que elabora. Su personalidad está más en el futuro.
No es un niño ni un adulto definido, pero transita en el camino hacia la madurez que anhela.
Se siente con legítimo derecho de su autonomía. Así, no le gusta aceptar ayuda en situaciones muy desfavorables, su auto-suficiencia es ingenua y le impide afrontar los errores y desaciertos por lo que alimenta y protege un ”YO” débil con mecanismos de defensa muy variados e insustanciales, ese auto-concepto sólo evoluciona con el tiempo y el proceso de madurez.
Cuando un adolescente logra disminuir el egocentrismo característico de su edad, y puede sostener buenas relaciones con otras personas pasa del descubrimiento del ”YO” al descubrimiento del ”TU” como un factor significativo para la buena convivencia.
Más allá de las distintas connotaciones que suscita la expresión adolescente, deseo animar al lector de este articulo a superar prejuicios y pre-concepciones en el caso de que los tuviere y adentrarse en su naturaleza.

El Nacional

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