Opinión

Precisamente

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La adolescencia, como todo tránsito, presenta grades retos. En este momento, las reglas para la educación de los adolescentes están cambiando. Las nuevas reglas vaticinan un verdadero desastre,  miden características cruciales que los hacen aptos para contribuir al colapso de nuestra sociedad. Es poca la relación con lo que la escuela señalaba como importante. Ahora la preparación académica no tiene relevancia, parece sustituida por una “educación portátil”.

Todos albergamos inseguridades, son muchos los riesgos, pero también son múltiples las posibilidades.  Y hay que encontrar el bienestar emocional y espiritual del adolescente, que es el centro de su identidad, a través de un entorno estable y saludable.

Los adolescentes también enfrentan nuevas dificultades que tienen que aprender a resolver, y, a menudo, ante estos intentos, viven frustraciones. Familias que ni siquiera saben compartir una mesa, las desaprovechan por ignorancia o carencia de buenas costumbres, lo que refleja una lastimosa indisciplina. A veces, se confunden los roles.

¿Qué hacer? Pienso en la necesidad de transformar el hogar en un oasis de paz, en el desierto de la sociedad, crear encuentros con los adolescentes y la familia, no con la exhibición de elementos materiales, sino con ejemplos nutritivos cuyo propósito sea elevar el nivel de espiritualidad, así, ésta nos ayuda a fijar los límites claros, ofrecer orientaciones, capacidad de guiar a nuestros muchachos a escuchar con interés lo que quieren decir los adolescentes, y a la vez estimularlos a expresar sus emociones luego, con paciencia, comprender sus interrogantes.

Entonces, dar respuestas claras que fomentan la responsabilidad y el valor de la solidaridad familiar, que nos permiten entrenar, leer y practicar para lograr que nuestros hijos puedan vivir en sociedad.  El cambio en el hogar debe empezar hoy… Por el futuro.

El Nacional

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