A veces presuponemos que la gente es tonta y que con apropiados mecanismos de manipulacióny autopromoción, individual o colectiva, la gente creerá lo que queremos que crea y nos asumirá como queremos que nos asuma. Falsa premisa, sobretodo en una media isla donde todos nos conocemos y la gente tiende a conocer más sobre nuestras vidas que un@ mismo.
Por eso siempre he creído que el premio a toda una vida dedicada a un ideal, oficio, una vocación, una fe, o un ejercicio literario es el amor de la gente. Lo compruebo diariamente cuando acompaño a Fidelio y en todas partes la gente se detiene para saludarle efusivamente, abrazarle, felicitarle, darle ánimos.
Es lo mismo que acontece con Doi Gautier, gentilhombre que acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura, para regocijo del gremio y fiesta nacional. Desgarbado, no pretensioso, accesible, Doi irradia una bondad sin límites, mientras dedica sus horas a hacer lo que más le gusta: escribir.
Ensayista, novelista y profesor universitario, Doi se ha ganado tres veces el Premio nacional de Novela Manuel de Jesús Galván; y el Premio Víctor Hugo de Ensayo, auspiciado por la Embajada de Francia y el Ministerio de Cultura, con su texto: “La fatalidad no está en un campanario de Paris”, concurso en el cual tuve el honor de participar como jurado.
Y, ciertamente la fatalidad no está en un campanario de Paris. Ha estado siempre en las dictaduras y sus secuelas de estupidez, las cuales Doi conoce muy bien por su pertenencia generacional (tiene 87 años) y experiencia como estudiante de Arquitectura en Roma.
Sus novelas: “El Atrevimiento”; “Pormenores del Exilio”, La Convergencia y Monte Adentro, le ganaron el premio nacional de novela en 1993.
En 1995 Doi publica “Toda la verdad”, y en el 2001 la novela Balance de Tres, otra vez Premio Nacional de Novela.
Miembro de la Academia de la Lengua desde el 2006, publica “Toda la verdad”, y en el 2001: “Balance de tres”, que le gana otra vez el Premio nacional de novela.
Doi es miembro el grupo de escritores interioristas que lidera Bruno Rosario Candelier y en uno de sus eventos lo vi rodeado de escritores y escritoras más jóvenes, atraídos todos por el aura de un hombre sencillo, bueno y cabal, sin pretensiones de genio, o resentimientos. Un gentilhombre que ha sabido navegar entre los mares de todo tipo en se balancea la Academia.
Por eso, el Premio Nacional de Literatura a Doi Gautier ha sido y es una gran fiesta, una que espero no excluirá a nadie y donde, desde temprano, estaremos celebrando con la gente, el día 20 de febrero en el Teatro Nacional.
