Opinión

Prensa controlada

Prensa controlada

A “la sacra congregación de la vela perpetua”.

Sin medidas restrictivas, sin amenazas, encarcelamientos, torturas o asesinatos, el gobierno ha logrado controlar una buena parte de los medios de comunicación y de los periodistas que laboran en ellos. El llamado “cuarto poder” ha sucumbido al igual que el Legislativo y el Judicial ante el poder supremo que ejerce el presidente de la República.

Ningún poder, que no sea el del presidente de la República, se sostiene por sí mismo. Todos dependen de la voluntad, de su capricho, anhelo y ambición del Ejecutivo. Su palabra está por encima de todo ordenamiento jurídico. A la cárcel irán los que no tengan el apoyo del presidente; será ministro o viceministro, embajador o cónsul, coronel o general, jefe incluso de los bomberos, el que esté “pegado” con el “jefe”.

El presidente hace y deshace con el dinero del presupuesto nacional como si fuera suyo, como si formara parte de su herencia; de su patrimonio. Por lo tanto decide, sin consultar a nadie, a quien se lo da y a quien se lo quita; él decide quién merece una vivienda y quien no; quien requiere de un empleo y quién no. Las visitas “sorpresas” constituyen una prueba fehaciente de la anulación total de las instituciones del Estado.

El Congreso es una caricatura de mal gusto donde yacen los principios de los fundadores de la República; la Judicatura es otra caricatura donde fueron sepultados los ideales de Juan Pablo Duarte; el “cuarto poder” podrá tener “cuarto” (dinero), pero no poder.

En ese cambalache de lodo y estiércol, en ese pantano donde estamos todos, la corrupción es el elemento fundamental que ha servido para prostituir grandes sectores políticos, económicos y sociales sin mayores reparos, y sin escrúpulo alguno para mantener al pueblo postrado en su miseria material y espiritual.

No concibo el periodismo, ni la comunicación, sin críticas al poder que suele ser usurpado en nuestro país fruto de elecciones fraudulentas, como tampoco concibo intelectuales neutrales, a los que nada le hiede ni le huele, ni abogados imparciales acuartelados en la mentira de que todo ciudadano tiene derecho a una defensa técnica cumpliendo con el debido proceso no importa que sea corrupto, ladrón, asesino, narcotraficante o violador de niños y niñas.¡No!

En medio de tanta podredumbre, de tanta degradación ética y moral, la prensa toda tiene que jugar un papel principalmente crítico, beligerante y vertical en la defensa de los mejores valores de la sociedad, no cómplice, ni socia de los vicios que impiden el establecimiento de un verdadero estado de derecho y de una auténtica democracia que impida que el Estado lo encarne el Presidente, como si fuera Dios.

El Nacional

La Voz de Todos