Opinión

Presencia economica

Presencia economica

Durante la Gran Recesión (2008-2009) que estremeció los cimientos de la economía mundial, el pánico se enseñoreó entre los inversores internacionales, llegándose a plantear la necesidad de producir una nueva arquitectura monetario-financiera mundial.

Fue en ese escenario de crisis económica global que surgió el Bitcoin,   moneda digital creada en 2009 para hacer transacciones en Internet, siendo creada por un misterioso y fantasmal personaje que se hace llamar Satoshi Nakamoto. Fue concebida como una alternativa al billete de banco. Teóricamente escapa al control de los bancos centrales.

La desregulación que rodea al Bitcoin convierte a esa moneda virtual en pasto fértil para la especulación financiera. Es cierto que a través de su uso se pueden adquirir bienes, pero su cotización y poder adquisitivo se determina por las divisas internacionales emitidas por los bancos centrales.

  Un ejemplo claro de lo frágil que resulta la fortaleza del Bitcoin se puede apreciar en los recientes movimientos especulativos  registrados en la cotización de la flamante moneda virtual. En efecto, tras alcanzar un precio récord de 266 dólares por unidad, el Bitcoin cayó estrepitosamente en abril hasta  60 dólares.

 Los promotores de la citada moneda virtual apuestan a su consolidación, al  punto de sostener que   tiene mucho potencial para cambiar el sistema monetario-financiero mundial  y convertirse en una alternativa sostenible al euro,    incluso al dólar.  

Pero no es nuestro interés  apostar al fortalecimiento del Bitcoin, pues estamos en presencia de un invento de la tecnología de punta cimentada en la Internet y que adolece de una base material sustentada en la producción de bienes y servicios. Llegará el día en que se pondrán en evidencia las maniobras fraudulentas que se esconden tras el mercado del Bitcoin.

Por eso lo trascendente sería poner el acento en la creación de monedas regionales que sea una expresión concreta de las características económicas de los países que concurren a sus respectivas emisiones, dejando de lado el planteamiento del FMI de dar curso a la creación de una moneda mundial que sustituiría al dólar, pero que mantendría  a los países ricos al frente del  sistema monetario-financiero global.

Tras las turbulencias monetario-financieras de la Eurozona y la probada insostenibilidad del dólar como moneda de cambio mundial, los países subdesarrollados avanzan en la creación de monedas regionales.   

 De la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) han avanzado en la creación de una moneda común. Otro tanto están haciendo el Grupo de Ocho Países Musulmanes en Desarrollo (D8) integrado por Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Malasia, Nigeria, Pakistán y Turquía.

La región latinoamericana y caribeña ha debatido sobre la imperiosa necesidad de crear una moneda regional que proteja a las economías del área de los movimientos especulativos derivados del manejo del dólar y euro. Al respecto, hay  mucho que decidir, pero  con el surgimiento de la  Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se hace más viable la conjunción de voluntad política para la creación de una moneda regional. Adelante.

El Nacional

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