Opinión

Presencia economica

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¿Es momento de reducir el gasto público como palanca de estímulo a la reactivación de la economía interna?  

 Se recordará que en medio de la tremenda crisis financiera que sacudió los cimientos de la economía mundial, el gobierno norteamericano puso en práctica un ambicioso plan de estímulo fiscal y monetario interno para evitar que Estados Unidos cayera en una recesión tan profunda y prolongada que pusiera en peligro su supervivencia  productiva, comercial y financiera.

En efecto, el 17 de febrero de 2009 la Administración Obama estampó su firma en la Ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense, mejor conocida como Ley de Estímulo Económico, decisión que al cabo de cuatro años ha puesto en evidencia lo positivo de semejante decisión, pues ha contribuido al proceso de recuperación de la economía interna.

Recientemente Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (FED), que hace las veces de un banco central,  afirmó que se mantendrán los programas de estímulos  debido a que en pleno 2013 el crecimiento económico de Estados Unidos es moderado y  abandonar esa política “sería muy riesgoso, pues podría desacelerarse o interrumpirse la recuperación económica”.

Algunos economistas plantean su posición a las políticas fiscal y monetaria de estímulo a la economía, la cual va dirigida a estimular el crecimiento en momento en que hay factores adversos que limitan el aumento de la demanda de bienes y servicios.

Pero lo cierto es que frenar el gasto público en época de lenta recuperación conspiraría contra la  reactivación económica que se genera gracias al oxígeno financiero suministrado a través del gasto público para estimular al sector privado y la creación de empleos.

Y en economías subdesarrolladas –como la dominicana- marcada por una notoria dependencia del ciclo productivo, comercial y financiero de Estados Unidos, hay que tener en cuenta el impacto dinamizador que suele tener la aplicación del estímulo fiscal para la reactivación de la demanda de bienes y servicios.

Lo importante es que haya control y calidad en el gasto público. Que  tanto el gasto público como la inversión en la esfera social sean monitoreados sobre la base de lo consignado en la ejecución presupuestal.

 En el caso concreto de la economía dominicana para el presente año 2013 el monto del déficit presupuestal sería equivalente al 2,8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lo que se ha estado logrando en medio de una reducción de la demanda interna y su impacto negativo sobre el conjunto de la economía.

Desechar el gasto público como instrumento para estimular la demanda de bienes y servicios en momento en que hay señales inequívocas de reducción en la tasa anual de crecimiento económico constituye un grave error.

Es lógico pensar que, en principio, el crecimiento económico viene acompañado por mayores demandas de gasto por la expansión de actividades empresariales y  requerimientos de bienes públicos, entre otras razones. Es cierto que el simple crecimiento no debe confundirse con el desarrollo social, pero sin este no sería posible distribuir riqueza creada.

El Nacional

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