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Presencia economica

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Daniel Guerrero

Trump: deudas que atan
Para Donald Trump -nuevo presidente de Estados Unidos- el tema del endeudamiento público (y dentro de éste, el externo) constituye una pesada herencia monetario-financiera que gravitará sobre sus decisiones de políticas económicas.
Sabemos que la deuda pública o deuda soberana hace referencia a la suma de las obligaciones financieras que mantiene un Estado frente a los particulares u otro país, en tanto que la deuda externa expresa la suma de las deudas que contrae un país hacia el exterior (que comprende entidades extranjeras y otros países).

La deuda externa de Estados Unidos supera con creces los 5,7 billones de dólares, sobre un monto total de una deuda pública que se aproxima vertiginosamente a los 20 billones de dólares, colocando a la tierra del billete verde como el principal deudor del resto del mundo en términos absolutos.

La deuda pública norteamericana alcanzó al cierre del 2016 los 19,9 billones de dólares, el equivalente al 105,6% del Producto Interno Bruto (PIB), el cual expresa el valor medido en dinero de todos los bienes y servicios creado durante un período determinado, generalmente un año.

Conviene tener presente que cuando un país acumula un saldo positivo en la cuenta corriente de la balanza de pagos (es decir, cuando vende más bienes y servicios al resto del mundo que los que compra) suele dedicar esos recursos financieros a comprar deudas en el exterior, a realizar inversiones en diversas partes del mundo y a incrementar la cantidad de reservas internacionales, pues si se queda con ese dinero en sus arcas entonces podría verse afectado por la inflación global.

El citado fenómeno se puede apreciar al ponderar la relación comercial y financiera que existe entre, por ejemplo, Estados Unidos y China. El gigante asiático acumula superávit comercial respecto de la economía estadounidense. Una gran parte del déficit fiscal de EE.UU. es cubierto con la venta de bonos del Tesoro.

Y China es un comprador de lujo de esos bonos soberanos…
Porque existe una lógica de interdependencia tan sencilla como esta: China tiene que comprar deuda de Estados Unidos porque existe una gran conexión entre ambas economías.

Si China no compra las deudas entonces las finanzas norteamericanas estarían en más aprietos y Estados Unidos no podría comprarle bienes y servicios a China, afectándose también la salud comercial del gigante asiático, pero también Pekín reconoce que la inversión en esos bonos del Tesoro es muy segura.

Por eso la naciente Administración Trump, por más expresiones discordantes al oído de Pekín que pueda externar, debe estar consciente de que el sistema monetario-financiero de Estados Unidos no podría prescindir, de la noche a la mañana, de la afluencia de capitales procedentes de China, economía que concentra la mayor cantidad de reservas internacionales a escala planetaria (3,0 billones de dólares a diciembre de 2016).

Y es que en medio de su activa agenda económica interna y sus recurrentes declaraciones en materia de política comercial externa el presidente número 45 de Estados Unidos, Donald Trump, deberá hacer un alto en el camino para diseñar y ejecutar una política fiscal tendente a influir en la reducción de la creciente deuda pública, y dentro de ésta la deuda externa.

El Nacional

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