Opinión

Presencia económica

Presencia económica

Daniel Guerrero 

2007-2017: No olvidar
La crisis económica mundial desatada en el otoño de 2007 en Estados Unidos a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria sacó a relucir todo el lastre financiero de los denominados préstamos subprime otorgados sin ninguna garantía y comprensión de retorno a deudores interesados en adquirir una vivienda a sabiendas de que la hipoteca que los grababan no podrían ser pagadas debido a su incertidumbre de ingresos.

La citada crisis inmobiliaria se propagó rápidamente a través de todo el torrente financiero de la economía global colocando al mundial dentro de la vorágine de una Gran Depresión (2008-2007) que marcó un antes y un después dentro del desempeño de las relaciones económicas internacionales.
Antes de su fallecimiento, Paul Samuelson (1915-2009), Premio Nobel de Economía (1970), llegó a comparar los desplomes bursátiles iniciados en Wall Street en el mes de septiembre de 2008 con el derrumbe del muro de Berlín (1989) que puso fin a la era de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS).

Quedó atrás la entonces configuración geopolítica del globo terráqueo entre los países capitalistas de Occidente liderados por Estados Unidos y los estados socialistas regidos por la estrategia político-económica de la extinta URSS, abriéndose una nueva recomposición del mapamundi y generando grandes cambios del orden económico-mundial que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En ese entonces el reconocido economista norteamericano Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, expresó el 20 de septiembre de 2008 que “la crisis que ha sacudido Wall Street la última semana es para ese modelo el equivalente a lo que fue la caída del muro de Berlín para el comunismo”. Es decir, marcaba un cambio de paradigma o modelo dentro de las actividades de los agentes financieros y bancarios

Dentro de los factores causales que produjeron el advenimiento de la crisis económica global del 2008-2009 destacamos el dominio de la desregulación de las finanzas internacionales desde la llegada de la ola teórica neoclásica en los años setenta del pasado siglo cuando se normó al interior de Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto del mundo desarrollado el discurso económico que reducía la incidencia del Estado en las determinaciones económicas, privilegiando la gravitación unilateral “de las fuerzas del mercado”.

Stiglitz expresó: “Nuestro país (Estados Unidos, dg,) ha sufrido las consecuencias de escoger como regulador supremo de la economía a alguien que no creía en la regulación”. Se refería a Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal -banco central- de Estados Unidos durante el período 1987-2006. Fue enfático al decir: “Está claro que no sólo necesitamos volver a regular, sino también rediseñar el sistema regulador”. Pero ese planteamiento ha sido ignorado…

Había ocurrido que durante los últimos treinta años tanto Estados Unidos como el resto de los países desarrollados, en coordinación con los organismos globales que surgieron en la Conferencia de Bretton Woods (1944) durante los años de postguerra, suscribieron el discurso desregulador que postulaba: “El Estado no es la solución, es el problema”. Los fundamentalistas del mercado apostaron hasta más no poder a la marginación del Estado en la regulación financiera. Grave error.

El Nacional

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