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Presidentes dominicanos renunciantes

Presidentes dominicanos renunciantes

La primera renuncia de un presidente Constitucional en ejercicio después de proclamada la República fue la de Pedro Santana, el 4 de agosto de 1848.

Las dimisiones a esta alta posición han sido casi siempre el resultado de crisis en el mando conservador o de la conspiración de los propios conservadores contra gobiernos liberales, además de las ambiciones de diferentes índoles de caudillos y caciques.

Ulises Francisco Espaillat, renunció la Presidencia el 20 de octubre de 1876, siete meses después de asumir el poder.

Un movimiento sedicioso encabezado por Ignacio María González, le hizo la vida imposible al ilustre civilista. Fue vicepresidente del Gobierno que encabezó Gaspar Polanco.

Espaillat redactó su renuncia el 22 de julio de ese año, pero la sometió al Congreso Nacional luego de sustituir a sus propios ministros por partidarios de los partidos verdes, del general González, que lo sustituyó en el cargo.

El entendía que los verdes “eran un mal menor en comparación con los rojos” de Buenaventura Báez.

En la presidencia de González surgieron movimientos subversivos dirigidos por seguidores de Báez quienes lo atacaron sin piedad, al extremo de que el gobernante hubo de renunciar a la alta posición.

Acto seguido, un grupo de generales conspiradores colocaron en el trono a Báez, quien tomó el poder por quinta y ultima vez el 27 de diciembre de 1976, iniciando una cacería contra verdes y azules.

Acorralados estos dos sectores decidieron aliarse al general Cesáreo Guillermo, quienes dos años después, es decir, en 1878, derribaron a Báez, que salió huyendo del país.

Francisco Gregorio Billíni, renunció el 16 de mayo 1885 ante las circunstancias políticas del momento. Había sustituido a Ulises Hereaux (1er. Período). Novelista, poeta y periodista brillante, fue vicepresidente del general Guillermo y ministro de Guerra y Marina en el gobierno de Meriño. En 1884 formó parte del grupo de patriotas que se opuso, armas en mano, a los proyectos de anexión de la República a los Estados Unidos.

A la muerte de su hermano, el filántropo Francisco Xavier Billíni, se hizo cargo de la dirección del colegio San Luis Gonzaga. Su obra “Engracia o Antoñita” continúa siendo la mejor novela dominicana de costumbres nacionales.

El liberal Juan Isidro Jiménez ocupó la Presidencia en dos oportunidades y renunció al cargo en igual número de ocasiones. Primero en abril de 1903, víctima de la agitación de su amigo, el general Horacio Vásquez, y la segunda el 7 de mayo de 1916, por el chantaje del cacique Desiderio Arias y las insistencias de los norteamericano para que el gobernante aprobara la Nota No.14, que ponía bajo su control las finanzas dominicanas. “Manifiesto de Cambelén”, fue el título de la histórica renuncia que envió al Congreso. Los seguidores de Federico Velásquez lo respaldaron firmemente.

Eladio Victoria renunció el 24 de febrero de 1912, por la insurrección de bolos y coludos que levantaron la bandera de una guerra civil, que los americanos calificaron de“caótica”.

Victoria llegó al poder de brazos de su sobrino, el general Alfredo Victoria, hombre fuerte del asesinado presidente Ramón Cáceres, y quien no pudo ocupar la presidencia por su temprana edad.

Para sustituir Victoria el Congreso Nacional escogió por dos años al Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, el primero de diciembre de 1912 y renunció 6 meses después, el 31 de mayo de 1913, por las ambiciones del cabecilla militar Arias, quien llegó a presionarlo hasta en el atrio de la Catedral.

Reputado como “abanderado de la conciliación nacional” el sacerdote se embarcó hacia Barahona, desde donde envió su dimisión irrevocable.

José Bordas Valdez, de Senador por Montecristi, pasó a ocupar la primera magistratura del Estado, y por las amenazas de guerra civil y la presión incesante de los norteamericanos, renunció el 27 de agosto de 1914.

Fue escogido por el Congreso por dos años y luego de agotar su periodo constitucional convirtió el Gobierno en de facto. Lo sustituyó el doctor Ramón Báez, un eminente médico hijo del ex presidente Buenaventura Báez, quien organizó las elecciones donde salió victorioso por segunda ocasión Juan Isidro Jiménez.

El 25 de julio del 1916 las Cámaras finalmente eligieron presidente interino a Federico Henríquez y Carvajal, hermano de  Francisco.

El Nacional

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