Opinión

Proverdad

<P>Proverdad</P>

La “bobolita” no se llama así. El “bimbín tampoco y la “pistolita” no tira ni balas ni “mito”. La “popola no es tal. La ciencia le puso otro nombre. “Cuca” también le dicen a la cotorra pero es porque emite un sonido así.

A los bebés no los trae la cigüeña. Son el resultado de la unión de los espermatozoides con los óvulos, que fecundados se alojan en el útero de la mujer después de transitar por las trompas de Falopio, donde se convierten en embrión y luego en los niñitos/as que salen por la vagina, que es el nombre de la “popola”, por donde entra el pene de los hombres, como realmente se llama el “bimbín”, disparando los espermatozoides después de un acto de sublime placer, los cuales penetran y fecundan los óvulos que producen los ovarios de las mujeres. Eso dice la ciencia.

El lindo deseo de hacer eso y el sublime placer (orgasmo) que provoca esa relación llamada coito y que es tan natural como los seres humanos, se siente incluso antes de llegar a la edad adecuada para procrear, unirse en pareja y asumir las responsabilidades de padre y de madre.

El coito en sí no tiene  nada de malo, más bien mucho de bueno y sobre él, como sobre muchas otras cosas de la vida, hay que aprender desde edad temprana.

Nada malo tiene saber los nombres reales, las funciones y las consecuencias del uso de las partes de nuestros cuerpos, incluyendo todo lo relativo al sexo que se habrá de ejercer, si no es que  se opta contra natura por el celibato y la auto-represión.

Lo malo es crecer sin saber evitar un embarazo a destiempo, no saber lo que es un condón, no enterarse de los diferentes métodos anticonceptivos y desconocer cómo autoprotegerse de las enfermedades transmisibles por contacto sexual y de los embarazos improcedentes por los daños que podría causarle a la criatura, a la madre y a la pareja.

Lo malo es que los níños crezcan sin saber cuando se les acaricia para seducirlos o para violarlos, por delante o por detrás, y cuando se les mima y se les brinda cariño y amor. Los derechos reproductivos son derechos humanos de los cuales nadie debe ser privado. Conocer toda la verdad sobre el sexo es algo vital para ejercerlos.

Conviene desmontar mitos y tabúes que sirven para encubrir hipocresías y perversidades. Procede desde temprana edad –siempre en los estadios y con los métodos adecuados-conocer todo lo relativo a nuestros cuerpos, al sexo, al amor de pareja, a las relaciones humanas.

El Nacional

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