Opinión

PUNTOS… Y PICAS

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Regularización y frontera

De poco vale la efectividad del Plan de Regularización de Extranjeros, en desarrollo vía ministerio de Interior y Policía junto a gobernaciones provinciales, si no existe control fronterizo real que impida continúe la penetración irregular de haitianos al territorio nacional.

A pesar de que las autoridades cifran en más de 90 países la procedencia de extranjeros candidatos a acogerse al plan, la realidad indica que abrumadora mayoría es haitiana y que el objetivo fundamental de esta positiva iniciativa es regular la creciente presencia en el país de esos vecinos.

De acuerdo a estudios de la Organización de Naciones Unidas (ONU), publicados por El Nacional, alrededor de millón y medio de haitianos vive aquí, según informe de su Fondo de Población que en 2005 estimaba había 300 mil menos que en la actualidad.

Como factor que incrementó esta presencia haitiana se suma la oleada de desplazados por el terremoto que azoló Puerto Príncipe a inicios de 2010 y que, según especialistas, provocó la migración de alrededor de 200 mil personas damnificadas de esa catástrofe.

La primera encuesta de inmigrantes realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) en 2012 reveló que había 668 mil 145 haitianos de primera o segunda generación, sin incluir sus descendientes que podrían carecer de registros legales y estar en limbo jurídico o ser muertos civiles.

Después de estos avances estadísticos que dimensionan el asunto y permiten establecer controles, es mandatorio que la efectividad del empadronamiento tenga de contrapeso el cierre de la frontera, principal vía de ingreso ilegal a territorio dominicano.

El control fronterizo no es discutible, es asunto de soberanía que se impone como mecanismo para complementar el plan regulatorio que serviría poco si se queda solo en registro, además de romper la nada nueva mafia de tráfico humano y corrupción.

¿Manos a la obra?

El Nacional

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