Opinión

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Religiosidad y politiquería

 

El debate, en perfecta expresión democrática, de observaciones del presidente Danilo Medina a la ley que reforma el Código Penal en cuanto a interrupción del embarazo, ha derivado en controversia fundamentalista sobre el aborto con predominante protagonismo religioso.

La cúpula católica lleva su presión mediática y directa a los escenarios más elevados del país, con tal osadía de pretender doblar el pulso al presidente Medina bajo la teoría de que es víctima de encerrona para dividir al Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

(Y ahora no hay excusa para acusar del lío al PRD o PRM, ni atribuirle culpa “al fantasma del PPH”, porque eso es historia).

Este alegre argumento parte de tradicionales fundamentalistas que utilizan sacerdotes como el renunciante enlace entre la Conferencia Episcopal y el Poder Ejecutivo quien se destapó con una carta irrespetuosa al presidente de la República y más política intrusa e imprudente que religiosa dogmática.

Lo que está en discusión no es la mal llamada reelección de Medina, ni la supuesta o real disputa hegemónica interna en el PLD como se evidencia en opiniones enfrentadas de sus congresistas, sino una colisión de derechos fundamentales a propósito de la criatura por nacer, o feto, y su madre. Es cuestión de naturaleza jurídica y científica, ahora contaminada por religiosidad y presión del poder fáctico atribuido por centurias al catolicismo mundial, para condicionar excepciones legales al aborto en situaciones en que está en juego la vida de la madre, es decir, de preservar derechos de la mujer.

El médico tiene la misión de salvar vidas, si practica un aborto terapéutico para impedir muera la madre, cumple su deber, pero a tenor del tajante artículo constitucional 37 puede ser sometido por homicidio y, en consecuencia, la ley adjetiva debe resolver esta situación excepcional.

¡Ahí es que está el detalle!

El Nacional

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