“Somos Charlie Hebdo”
La sociedad de la información está lacerada por el alocado e inhumano ataque contra caricaturistas y periodistas de la revista francesa Charlie Hebdo, perpetrado por extremistas musulmanes ofendidos porque la publicación satirizó al profeta Mahoma como parte de su libertad de expresión.
En el sistema democrático y más en Francia, cuna de derechos fundamentales producto de la revolución que origina el constitucionalismo moderno, este atentado con saldo de doce muertos es suceso mundial que renueva la defensa de la libertad.
La prensa como conjunto de medios electrónicos, audiovisuales e impresos para expresión y difusión del pensamiento, es soporte fundamental de democracia, escenario de debate ideológico y contrapeso del ejercicio del poder público para evitar abusos.
La tolerancia es condición anexa al ejercicio periodístico crítico y una revista satírica, como la semanaria Charlie Hebdo que hoy recibe solidaridad mundial, tiene pleno derecho a expresarse conforme su estilo e ideología y respetando fronteras legales.
La libertad de expresión es derecho humano reconocido universalmente, calificado como “sombrilla” porque sirve de cobija a los otros y, en consecuencia, no está sujeto a censura y es consustancial al ejercicio democrático, convivencia pacífica y entendimiento entre personas y grupos.
Los límites jurídicos de la libre expresión, y de la prensa como tal, son la ley, orden público y moral, es decir, debe evitarse la difamación, injuria, libelo y atentado al honor entendido también como derecho fundamental que no debe ser lacerado en el ejercicio de otro de similar rango.
Todo esto es básico para convivencia humana con respeto a libertades conexas como las de pensamiento, ideología, creencia, preferencias políticas y religiosas, entre otras y, obviamente, a la vida, primer bien jurídico que no debe ser cercenado como ocurrió en la sede de la revista parisina.
Por eso hoy en el mundo civilizado “Todos somos Charlie Hebdo”.
