Las actuaciones abusivas e ilegales de la Policía, involucramiento en hechos delictivos escandalosos y manipulación de informaciones que resultan ilógicas e increíbles contribuyen a elevar descrédito y pérdida de confianza pública en esa institución.
Según mediciones periódicas del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo desde 2009 a 2016, la Policía es de las instituciones en que menos cree la población, junto con el Poder Judicial, las que deben mantener orden y respeto a ley, y castigar ilegalidades, respectivamente.
“Entre las catorce aplicaciones de la encuesta la Policía Nacional no puntúa más de 68 puntos, y el puntaje en las dos aplicaciones del 2015 fue de 59.68 y 59.02” se lee en parte del informe que contextualiza la percepción general de que la institución es mentirosa, corrupta y desconfiable.
Dos hechos puntuales sobre sendos asaltos bancarios recientes abonan esta percepción: el supuesto suicidio de un detenido y esposado en vehículo en sede policial de Santiago y el intento de allanar y detener a sospechoso en sector Isabelita, Santo Domingo Este, sin apoyo de fiscalía y con saldo fatal.
En el suceso de Santiago al vigilante “suicida” ya la Policía le atribuye planificar el robo a Vimenca donde trabajaba, así que “el caso está resuelto” y lo de Santo Domingo Este, vinculado al asalto a oficina del Banco Popular, el hoy muerto tenía parte del botín robado y… ahí se acabó.
Son formas de cerrar casos con versiones increíbles, “ejecuciones extra judiciales” y enormes lagunas lógicas que alientan especulaciones que apuntan a indelicadezas que retratan putrefacción institucional. Pocos se tragan estos cuentos policiales, ¡mejor los de Pepito!
