La noticia de que una niña dominicana ha sido víctima supuestamente de la extracción de sus órganos vitales para ser comercializados como cualquier mercancía en un libre mercado de compra y venta me ha taladrado el alma.
Cuando escuche la desgraciada noticia lo que reflexioné fue: ojalá y que esto sólo sea ficción o una estrafalaria noticia de algún perturbado hombre del pueblo que busca algunos minutos de fama.
El tema de la extracción de órganos cobró fuerza y provocó alarma luego que fuera encontrada una osamenta que se supone corresponde a la niña Carla Massiel Cabrera.
Mientras tanto el caso está en fase de investigación científica para determinar la veracidad o no de que esta hija menor de este pedazo de isla haya sido víctima de un acto tan atroz e inconcebible como la extracción de órganos humanos.
Ahora bien, lo que sí es un mal indicio y debe mover a preocupación a todos por igual es la información que da cuenta de que las autoridades dominicanas estarían colaborando y ofreciendo el soporte necesario a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) para investigar a unas diez clínicas privadas, que se sospecha estarían incurriendo en prácticas ilegales en la extracción de órganos a seres humanos.
Pero más aún, se ha dicho que oficiales del FBI realizan indagaciones a funcionarios claves del sector salud para recabar pruebas concluyentes y convincentes de que realmente algunos centros de salud estén incurriendo en la extracción de órganos humanos, a fines de comercializarlos en el exterior, particularmente en Estados Unidos.
Repito, hay que ponerle atención a este tema, la República Dominicana no está en condiciones de seguir incorporando elementos intranquilizadores en su dinámica social, ya basta con los que tenemos.