Opinión

Quinta esencia

Quinta esencia

Persona y poder.-

La relación existente entre las personas y el Poder, como expresión del conjunto de acciones y decisiones estatales, siempre es tensa, conflictiva y abusiva en nuestro país. Debido a estos elementos que caracterizan ese vínculo, los dominicanos sufren perturbaciones graves en su personalidad, hasta el grado de que quedan inhabilitados espiritualmente para vivir como ciudadanos. Son reducidos en su condición de seres humanos. Se convierten, como por arte de un mago perverso, en cosas u objetos.

Ciertamente, la forma en que se ejerce el Poder entre nosotros nunca es pacífica. El que tiene la facultad de decidir se cree un dios todopoderoso, aunque en realidad es un pobre infeliz, dueño de una muy baja autoestima. Por su insuficiencia de carácter, tiene que convencer a los demás de que él tiene el poder, y la única manera que conoce para reafirmarse en sus delirios de gran señor es avasallando y humillando a todos los que caen en su órbita de actuación. Hace alardes de sus atribuciones para autosatisfacerse, sin importarle el daño que cause a los demás.

El pueblo es sabio y sentencioso. Por eso afirma que para conocer a Mundito solo hay que darle un carguito. De inmediato le brotan todas sus miserias humanas.

Pero la desgracia mayor es que muchos ciudadanos se someten servilmente a la voluntad enfermiza de esos señores con poder. Algunos lo hacen por cálculos fríos, por ventajas personales frente al trujillito o pichón de dictador. Otros, con escasa voluntad, se someten solamente por miedo. Así no puede ser.

Y eso se debe, en esencia, a que vivimos en una sociedad que nació deformada, y sigue enferma. Se organizó al modo burgués sin tener la sustancia económica ni la sustancia social burguesa. Esto es, que para el año de 1844, cuando se proclamó la República, no teníamos el desarrollo necesario en los medios de producción capitalista que debía sustentar la formación política que nos dimos y, por tanto, faltaron las relaciones sociales de aproducción que estaban llamadas a parir la ideología que predominara en las superestructuras del Estado. Estas carencias sociológicas se transmutarían en anomalías sicológicas para todos los miembros de la sociedad.

Cada uno tendría conflictos de identidad y de interactuación social: el obrero se creerá pequeño burgués, este se pensará como gran burgués, el chiripero no sabrá lo que es y todos vivirán socialmente confundidos. En sus accionar político, serán un caos, un berenjenal. Lo que hemos sido y lo que somos en este conglomerado humano que muchos optimistas o equivocados consideran como nación. Piensan que la nación se crea solo por hablar la misma lengua, tener iguales costumbres, vivir en el territorio y bajo la misma autoridad. Pero ignoran que lo que realmente forma una nación son los propósitos comunes que nos congregan y los objetivos generales que nos mueven. Carecemos de ellos.
Y por eso los dominicanos, en lugar de sujetos, son objetos del Poder.

El Nacional

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