Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

¿Tantas constituciones?

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En la entrega anterior de esta serie, afirmamos que en los 174 años de vida republicana que tiene la nación dominicana, lleva cuarenta reformas constitucionales. O sea, hemos tenido una nueva Carta Magna cada cuatro años, redondeando. Este es un dato muy revelador. El período de gobierno precisamente es de cuatro años. Da la impresión de que cada Presidente se hace una Constitución a su medida.

Para encontrar las causas que han propiciado tantas Leyes Supremas, tenemos que pensar más allá de la juridicidad, para llegar a la sociología.Las causas de nuestra proliferación de reformas constitucionales están en nuestro atraso económico, que generó el atraso social, político, jurídico e institucional.

Esos atrasos fueron los que determinaron que con la primera Constitución, la de San Cristóbal del 6 de noviembre de 1844, aspiráramos a crear un Estado capitalista, que fue la ilusión de Juan Pablo Duarte, sin que contáramos con una economía capitalista, ni con la clase social burguesa, que es la llamada a dirigir ese Estado.

Lo que teníamos, por una parte, era una pequeña burguesía minoritaria, por la ausencia de industrias y la pobreza productiva y social. Por la otra parte, el sector social de los hateros, encabezado por Pedro Santana, que con la abolición de la esclavitud pasaron a ser los remanentes de los amos o dueños de esclavos, eran mayoritarios y predominantes. Por eso se impusieron. En lugar de un Estado burgués, nos inauguramos como República con un Estado hatero.

Nuestro primer Pacto, soñado por Duarte como liberal, se transformó en una pesadilla conservadora y sangrienta. Bastó el funesto artículo 210 para que la Constitución progresista se convirtiera en retrógrada.
Así las cosas, Santana fue elegido Presidente por dos períodos consecutivos. Declaró a Duarte y sus seguidores traidores a la Patria, y los desterró.

Decía Ramón de Campoamor, con su poesía filosófica española, árbol que nace torcido, jamás sus ramas endereza, porque se hace naturaleza el vicio con que ha crecido.

Sin desarrollo económico, no podemos tener ni desarrollo social ni político ni constitucional ni estabilidad institucional. Por eso hay en el país una débil conciencia nacional, política, social, de clase y de sujeto. Pero sí hay una fuerte cultura autoritaria, herencia de Santana, Báez, Lilís, Trujillo y otros. Aunque nos duela, es cierto.

Cada Presidente, con su grupo, salvo Ulises F. Espaillat y Juan Bosch, ha deseado eternizarse en el Poder. Y para lograrlo, se hace aprobar su Constitución. En la próxima entrega analizaremos los efectos de este fenómeno.

El Nacional

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