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De la violencia

Más estragos

 

Los feminicidios y los crímenes callejeros constituyen desde hace tiempo una epidemia letal. A la vorágine sangrienta se agregó el asesinato del agente de la Policía, Paúl Encarnación Mejía, en el sector Ponce Adentro, de Los Guaricanos.

El policía estaba sentado frente a su vivienda, con un hijo de dos años que resultó herido en la cabeza, cuando fue atacado a tiros por dos desconocidos. Las muertes violentas disparan la alarma con más intensidad, sin que las autoridades sepan ya qué hacer ni qué decir para enfrentarlas. Se han barajado todas las hipótesis, pero la oleada criminal sigue haciendo estragos en la población.

Además de Encarnación Mejía, el domingo en la noche un hombre identificado como Julio Fernández, de 30 años, fue asesinado a balazos mientras se desplazaba en su vehículo por la carretera de San Isidro.

En Licey al Medio, Navarrete y Boca Chica un raso de la Policía fue abatido, un cabo herido y un capitán amordazado junto a su esposa por desconocidos que lo despojaron de su arma de reglamento. Horas después se reportaba que un capitán pensionado del Ejército, Secundino García, de 53 años, había ultimado a balazos en Pantoja a la profesora Mirelis Pérez Urbáez, de 38 años, con quien tenía una relación amorosa.

Hace apenas unos días que un sargento de la Armada había ultimado a su expareja y la madre de esta en Yamasá. Los feminicidios y la violencia callejera se han convertido en una constante que tanto conmueve como alarma a la población. Los últimos sucesos son para que las autorid

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