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Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

Que triste es terminar una carrera dilatada, cargada de éxitos y con la mayor reputación que se pueda alcanzar como bateador.

Sorpresivamente Manny Ramírez, el mismo que causó tan grata impresión en los entrenamientos y que se mostró gentil, diferente y trabajador, se marchó del béisbol por la puerta de atrás y dejando un sinnúmero de interrogantes que ponen en dudas su autenticidad como súper estrella.

Un lento arranque a la ofensiva, abucheos de los fanáticos de Tampa y su ausencia en la alineación justificada por el equipo, antecedieron el desenlace de este triste y hasta vergonzoso final, de quien está considerado uno de los mejores bateadores de su época.

Todo parece indicar, a decir por el comunicado emitido por las Grandes Ligas, que el uso de sustancias anabólicas fue la causa que provocó la sorpresiva decisión de Ramírez.

El detonante de su repentina decisión: una notificación de asuntos referentes al Programa Conjunto de Prevención de Drogas y Tratamiento de las Grandes Ligas.

Con este paso que acaba de dar, cubierto con un manto oscuro y que da pies a múltiples especulaciones, Manny pone en tela de juicio su verdadero valor para ser tomado en cuenta para ingresar al templo de los inmortales con sede en Cooperstown.

De nada le servirá que haya jugado 19 temporadas en las mayores y que haya terminado con un promedio de bateo de .312, 555 jonrones y 1.831 remolcadas, porque su nombre será colocado en la misma lista en que se encuentran Barry Bonds, Mark McGwire, Roger Clemens, Rafael Palmeiro y otros más.

Se especula que viajó a España y dejó el alboroto y una organización burlada, que confió en que todavía poseía talento para reivindicarse y terminar su carrera de forma ilustre, pero no sorprende porque ese ha sido el verdadero comportamiento de Manny Ramírez.

De ahora en adelante se volverá a manejar el argumento de su suspensión ocurrida en mayo de 2009 por arrojar positivo a una droga para la fertilidad femenina que regularmente se utiliza para que los esteroides no sean detectados, luego que los Dodgers de Los Ángeles lo firmaran por dos años y 45 millones de dólares.

Tan irresponsable como siempre, Manny se marcha y no da la cara, no despeja ningún tipo de dudas, sino que prefiere que se le recuerde como un tramposo.

Con el retiro de Manny se cierra otro capítulo más de la triste y célebre trama que afectó el béisbol de Las Mayores denominada como “la Era de los Esteroides”.

El Nacional

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