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Rectas duras y pegadas

Rectas duras y pegadas

La publicación de la realidad por la que atraviesan las instalaciones deportivas que componen los complejos que se han construido para los Juegos Deportivos Nacionales, ya no sorprende lleva a la población a disminuir la capacidad de asombro.

Tantos millones de pesos desperdiciados, hecho ruinas, ante la indolencia de las autoridades deportivas y gubernamentales que están conciente que diseminar estas construcciones por diferentes puntos de la geografía nacional, sin ningún respaldo económico para su mantenimiento, es un crimen.

El planteamiento de hacer unos Juegos Nacionales, por demás infuncionales por no arrojar resultados positivos para el desarrollo del deporte dominicano en cuanto a la producción de nuevos valores, ha sido el principal responsable de ese dispendio en que han incurrido los gobiernos de turno para satisfacer y complacer el “clientelismo” y la apetencia irracional de la dirigencia deportiva.

La verdad ha de ser dicha duélale a quien le duela, la falta de una verdadera política deportiva desde el Estado, sustentada en la educación física escolar-integral, es la causa fundamental de ese desorden que se muestra en cada reportaje de las instalaciones deportivas nacionales.

No hay ni en el Ministerio de Deportes ni en Obras Públicas una partida presupuestaria destinada única y exclusivamente para darle el debido mantenimiento a esas obras suntuosas, que mantienen su esplendor por 15 días que duran los juegos porque después de ahí sirven de potreros y criaderos de ranas las piscinas.

Estos “elefantes blancos” son un barril sin fondo porque no hay la estructura económica ni humana, menos voluntad para sostener tan ambiciosos proyectos que denotan ningún tipo de planificación pero si una complacencia irracional.

Los gobernantes deben junto a las autoridades deportivas unificar criterios y definitivamente sepultar la idea de montar juegos para justificar construcciones, que a fin de cuenta, terminan siendo ruinas indiferentes en vez de zonas franca de fabricación de atletas para alto rendimiento.

Ese esquema fracasó y es una carga para el Estado que debe cargar con la responsabilidad por la complacencia de momento, que sin ninguna planificación ni criterio han fomentado ese festival de construcciones.

No es bueno seguir alimentando sueños y falsas, este tipo de modelo que requiere de grandes construcciones ya no tiene sentido ni razón de ser, sencillamente hay que ver de qué manera se mejoran las condiciones de las obras en descuido pero que vaya acorde con el desarrollo y atención del recurso humano.

El Nacional

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