Opinión

Reflejo social

Reflejo social

Suele dárseles de lado a las lecciones que nos muestran los acontecimientos que nos ocurren como conglomerado social. Quizás sea un inconsciente mecanismo colectivo de negación, como forma de eludir aceptar las desagradables conclusiones  a las cuales no podríamos evitar.

Nos engañamos, creyendo que en nada nos incumben los hechos de los que no somos protagonistas directos y, de esa forma, nos desentendemos mientras suponemos que todo sucede en un entorno del que somos ajenos. Hasta que el agua que apenas veíamos pasar, se desplaza hacia nosotros y bordea nuestros cuellos.

Son muy pocas las cosas que ocurren que, de una u otra forma, no constituyen un reflejo de la organización social en la cual se producen. Analice cada suceso que impacta su vida y le resultará fácil  descubrir en ellos una causa relacionada con la sociedad que hemos construido.

A eso no escapan los penosos incidentes ocurridos en apenas unos días en la capital, por uno de los cuales resultó  muerto un ser humano que su condición de excluido social lo conducía cada día a intentar “limpiar” los parabrisas de los automóviles que se detenían, con la esperanza de recaudar unos cuantos pesitos con los cuales suplir necesidades y sueños.

Por el otro, nada más y nada menos que una niña de trece años, precisamente la edad de mi hija, ha quedado embarazada de trillizos por el semen desquiciado de un “caballero” de sesenta que sus propias problemáticas existenciales le impiden descubrir la magnitud del daño que está ocasionando y que se está auto infligiendo. Para colmo, no ha dejado de huir como forma de escapar de su propia tragedia.

Se configuran ahí típicos casos generados por un escenario social que aporta la materia prima para que concurran tantas expresiones de violencia extrema y de frustraciones acumuladas  frente a las cuales, no hace falta ser un cientista social para comprender que estamos ante dramas que definen con claridad y marcada tristeza una verdad a la que todos, de esta o aquella manera, hemos aportado con nuestra acción u omisión, con nuestra complicidad o con nuestra indiferencia.

Claro, una vez más nos quedaremos en la superficie y nos cebaremos contra el homicida y el casi anciano que abusó  de la fragilidad de una adolescente, porque siempre es más fácil focalizar culpables favoritos y descargar sobre ellos la artillería que nos crea el artificio para negarnos a ver la auténtica realidad.

El Nacional

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