Opinión

Respuesta diplomática

Respuesta diplomática

El presidente Leonel Fernández se ha conformado con la satisfacción de Estados Unidos sobre los papeles de WikiLeaks que dan cuenta de la amenaza de la corrupción contra la inversión extranjera. Pero uno se pregunta si esa disculpa expresada por Washington no es parte de esa doble moral, que consiste en expresar una cosa en público y otra en privado, que ha caracterizado el ejercicio de la diplomacia.

 El Doctor Merengue, aquel célebre personaje de las tiras cómicas, puede quedar chiquito frente al desdoblamiento que traducen los papeles de WikiLeaks. Ya la gente sabe que los tradicionales lazos de amistad y el clima de inversiones no son más que pura retórica, que se manifiestan casi siempre con algún objetivo. Pero el presidente Fernández se ha conformado con la excusa de un funcionario, por demás de segunda, como el subsecretario adjunto Arturo Valenzuela, y la aclaración de la embajada de Estados Unidos, para no ordenar una investigación sobre unas filtraciones que tiene el mundo a la expectativa.

 Eso significa que desde ya se resta validez a las imputaciones que puedan contener los 1, 673 documentos que todavía quedan por publicarse en torno a República Dominicana. El mandatario se contentó con afirmar que cada año la inversión extranjera va en aumento y que, contrario a los informes del embajador Robert Fannin, se ofrecen las garantías jurídicas necesarias.

La seguridad jurídica resulta precisamente uno de los aspectos más espinosos, como evidencia el término aplatanarse con que se justifican las prácticas que para el embajador Fannin atentan contra la inversión foránea. Tan diplomática ha sido la explicación de la embajada estadounidense como la respuesta del presidente Fernández con relación a la percepción e imputaciones sobre la corrupción. Lo que uno se pregunta es hasta dónde la diplomacia puede estar por encima de la realidad.

El Nacional

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