Los Miserables es la obra más conocida del escritor francés Víctor Hugo publicada por primera vez en 1862. Esta novela es una gran reflexión sobre el bien y el mal, la política y sobre todo la justicia y la ética.
Los Miserables narra la historia de Juan Valjean, un hombre condenado a prisión por el simple robo de un pan para alimentarse. Abandonado y tratado como un esclavo durante su estancia en la prisión, años más tarde logra fugarse, pero fue marginado por la sociedad.
Hago referencia a este caso, para llamar la atención porque la justicia dominicana se está pareciendo mucho a la justicia francesa, pero a la que se aplicaba en el período de la revolución.
En enero del 2016, el juez de La Romana, Abraham Nicolás Severino Saldívar, dictó tres meses de coerción a Miguel Ángel Duvergé Ramos, (Perez Checo), por presuntamente haberse robado una gallina.
Al parecer en República Dominicana el delito no es robar, sino robar poco.
Hace una semana, la haitiana Marie Ange Esperant fue condenada a un mes de prisión por el supuesto robo de un pica pollo en la cafetería que trabajaba en Hato Mayor.
En esa ocasión la magistrada Jazmín Valera demostró ser eficiente e imparcial al momento de impartir justicia. Sin embargo, el 3 de septiembre de 2017, o sea hace apenas dos meses, esa misma jueza dejaba en libertad a dos hombres acusados de participar en un “tumbe” de 116 paquetes de un polvo blanco al que pretendían vender como cocaína, en Sabana de la Mar.
Jazmín Varela, impuso una garantía económica de 50 mil pesos al mayor del Ejército Miguel Mejía, y otorgó libertad pura y simple al agente Braulio Contreras, ambos miembros de la DNCD.
Esos hechos son los que nos hacen pensar que la justicia se ensaña contra los más pobres y escurre el bulto con los pejes gordos.
Los periódicos están llenos de casos de sentencias donde los responsables cumplen condenas en sus lujosas mansiones o son liberados. Está demostrado, en este país el delito no es robar, sino robar poco.
