El veterano periodista deportivo Roosevelt Comarazamy expresó que se siente extremadamente complacido por la escogencia que le hizo el club Naco para integrar en calidad de propulsor la “Plaza de los Inmortales del Deporte Naqueño.
Un emotivo Comarazamy dijo en su discurso de exaltación que le llena de orgullo que el club Naco lo honre de esa manera, ya que tiene toda una vida en esa entidad deportiva, social y recreativa.
Junto a él, ingresaron al nicho de los Inmortales del Deporte Naqueño en su clase 2017 y en el VII Ceremonial también como propulsores Mario Emilio Guerrero y Antonio Cocco Quezada, y los ex atletas José Vicbart Geraldino, en judo, y Tancredo Aybar Torres, en natación.
Roosevelt Comarazamy, quien pertenece al staff de redactores de El Nacional por casi 40 años, pronunció el siguiente discurso que le hizo llegar a este redactor:
“Señoras y señores,
Llego a la Plaza de los Inmortales del Club Deportivo Naco extremadamente complacido, pero no sorprendido.
No porque me sienta merecedor de este reconocimiento que me llena de orgullo, sino porque el Club Naco me tiene ya acostumbrado a homenajes parecidos.
Han pasado más de 40 años desde que me fue conferida la categoría de Socio Deportista Meritorio durante una de las administraciones del Dr. Eudaldo Troncoso Pou, el inolvidable don Chiquitico.
En una época más reciente, en el transcurso de una de las presidencias del Dr. Alejandro Asmar Sánchez, el querido don Chito, se designó con mi nombre la principal cancha de baloncesto de esta entidad.
Ahora, la directiva que encabeza el Dr. Luis Pou Guerra, el amigo Lucho, de larga asociación afectiva, corona esas demostraciones de cariño otorgándome un sitial privilegiado en este lugar reservado a nuestros grandes atletas y propulsores.
No hay que ser un genio de las matemáticas para convenir que el Naco me ha dado más que lo que yo haya alguna vez podido ofrecer al Naco.
Al subir a esta explanada y develizar la placa que me concede la inmortalidad deportiva naqueña, llegan a mi mente junto al de don Chiquitico, los nombres de Dionis Bernal, Rafael Fernández, Calín Ginebra, George Arzeno Brugal, Payo Ginebra, José Ravelo, Gonzalo Mejía y otros, quienes brindaron esfuerzos de diversa índole en aquellos años incipientes y luego dorados de nuestro baloncesto.
Era la época de la verja de alambre de púas, de la rancheta que servía de casa-club, de la pileta que pretendíamos era una piscina, y de los pasadías bailables amenizados por agujita y su combo como le decíamos a la vieja vellonera con selecta música.
Fue bueno comenzar desde cero en lugar de bregar con un árbol torcido. Fue una bellísima oportunidad de moldear jóvenes y niños bajo los cánones de la rectitud, el respeto y la disciplina férrea en medio de la diversión sana y el aprendizaje.
¿Qué significa la fama que viene adherida a la inmortalidad?
Siempre he tenido muy claro ese concepto y sus implicaciones para no confundirla con la popularidad que se deriva del contacto directo o indirecto con las masas de cualquier sociedad civilizada.
La fama la asimilo más a la reputación, al honor y a la honradez.
Al ingresar al selecto grupo de exaltados a la Plaza de los Inmortales del Club Deportivo Naco asumo el compromiso ineludible de mantenerme fiel a esas responsabilidades, y así nunca decepcionar a aquellos que han juzgado en mí las cualidades y servicios para pertenecer a un círculo tan exclusivo”.
La frase
Roosevelt Comarazamy, en su discurso dijo:
“Agradezco a todos los que han hecho posible este acontecimiento que permanecerá indeleble en mi memoria, la de mi familia cercana aquí hoy reunida, y todos mis seres queridos”.
