Opinión

Sánchez y Cabral

Sánchez y Cabral

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Encontrándose en Saint Thomas, Francisco del Rosario Sánchez y José María Cabral, el 20 de marzo de 1861, dirigieron al país un patriótico manifiesto que transcribimos parte del mismo a continuación:

“Ochenta y cinco años han pasado en que resonó en la América virgen el primer grito de libertad de independencia. Este grito sublime que lanzó la primogénita de las repúblicas, la patria de Washington, fue acogido por la más avanzada de las naciones en la civilización moderna. La noble Francia prestó a América del norte sus tesoros, sus naves, el prestigio de su aprobación y hasta sus héroes.

“La parte española de la isla de Santo Domingo después de proclamar su independencia en 1821 y después de haber permanecido libre durante 22 años, unida a la parte de occidente coronando sus deseos elevándose al rango de nación libre e independiente el 27 de febrero de 1844 con el reconocimiento y protección moral de las grandes potencias civilizadoras, en cuyo número entró la misma España.

“La desgracia proverbial que desde su descubrimiento ha perseguido a esta isla, quiso que desde luego la República Dominicana cayese en manos de un déspota bárbaro, pero afortunado, que ha jugado con sus destinos de la manera más escandalosa que pueda recordar la historia de la tiranía y de las aberraciones del despotismo.

“Después de diez y siete años de lucha heroica, de nobles sacrificios, al través de los procedimientos más dislocados y usando de la hipocresía la más absurda y disimulada de que haya hecho uso un traidor miserable, hemos presenciado el acto más innoble y mas degradante que pueda concebir el entendimiento humano: El ardid en el escándalo y la vergüenza de la América.

“Diez y nueve días después de haber celebrado el décimo séptimo aniversario de la independencia, y de haber jurado en las aras de la patria, sostenerla, arria el pabellón nacional y enarbola la bandera española en medio de una población desapercibida y pasmada en presencia de un acto tan criminal e imprudente como inesperado.

“Nadie ignora que en toda la República, y principalmente en la misma capital, existía un sentimiento de repugnancia invencible contra semejante proyecto. Pero Santana había tenido el cuidado, después de cómo ya se ha dicho, y poner en prisión los personajes cuyos sentimientos liberales la hacían temer una resistencia patriótica.

“Ahora bien ¿Qué visos de legalidad pueden dársele a la venta de un pueblo, cuando su voluntad no ha sido consultada de antemano? Se quiere hacer valer el argumento de que las poblaciones han recibido el cambio de nacionalidad, espontáneamente, pero esto no solo es una completa falsedad sino que, aun en el caso de que fuera cierta, nada supondría a favor de la traición de Santana, quien por el hecho solo de ser su primer mandatario y de haber jurado en las aras de la patria y ante la nación defender y garantizar la independencia nacional, le era menos permitido que a ningún otro, destruir esa nacionalidad que tantos sacrificio ha costado, y que es el único bien que los dominicanos hayan disfrutado bajo su poder fatal y sanguinario.

“La España no puede dar el mal ejemplo de respetar en Santo Domingo la libertad y la igualdad que proscribe Cuba y Puerto Rico; entonces veréis que el cambio de bandera solo se ha operado para asegurar el goce tranquilo de unos pocos que van a disfrutar del precio de vuestra libertad”.

El Nacional

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