Corrupción y deporte
Cuando el Barón Pierre de Coubertin levantó su voz enarbolando los principios de unidad, amor
y comprensión entre los seres humanos, lo hacía con la mejor intención
de elevar las virtudes mediante el deporte
como vehículo idóneo.
El venerado francés no
tenía ni la menor idea de que el sistema capitalista iba a crear todas las condiciones para que el deporte se convirtiera en un fenómeno de consumo que generaría fortunas incalculables sin que existieran controles adecuados para evitar un fenómeno que desvirtuaría los ideales románticos: la corrupción.
El 6 de abril de 1896, Coubertin hace realidad su sueño de que se aperturaran los Juegos Olímpicos de Atenas, con una visión de hermandad, jamás lucrativa. Sin embargo, el deporte en el sentido lato de la palabra estaba llamado a dar un paso gigantesco que echaría a rodar los principios moralistas. No obstante, siempre han existido personalidades e instituciones que han hecho prevalecer los ideales de que el deporte debe servir para unificar a las naciones y elevar el nivel de vida de los ciudadanos.
Conscientes de que los líderes deportivos a nivel mundial no habían sido capaces de hacer las reformas para contrarrestar los casos de corrupción como el soborno, manipulación de partidos, lavado de activos, violación a los códigos antidopaje y muchas prácticas delincuenciales, la quinta conferencia internacional de ministros y altos funcionarios de Educación Física
y el Deporte, dio a conocer lo que se llamó “La declaración de Berlín”, del 28
y 30 de mayo del 2013,
He aquí su contenido: “Conscientes de que a causa de la implicación de la delincuencia organizada transnacional, el dopaje
en el deporte, la manipulación de las competiciones deportivas y la corrupción constituyen una amenaza, no sólo para el propio deporte, sino para la sociedad en su conjunto….”
Después de esta histórica declaración que advertía claramente las válidas preocupaciones de la sociedad civil y grandes personalidades que fueron visionarios, solamente hubo que esperar tres años para que saliera a relucir el vergonzoso escándalo de corrupción de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), donde connotados dirigentes fueron apresados y Joseph Blatter, presidente de la entidad, no tuvo otra opción que renunciar ante los ojos perplejos de un mundo que estaba ajeno a estos turbios manejos. Y pensar que ésto es apenas la punta del iceberg.
Tanto en la política como en el deporte, la corrupción tiene muchas modalidades.
En el caso de la República Dominicana, hay dirigentes federados y olímpicos que son corruptos, pero no lo saben, puesto que ignoran que cuando usan sus influencias o compran con regalos a los dirigentes de asociaciones, cometen actos de corrupción, por los que pueden ser sometidos a la justicia.
Para nadie es un secreto, que el hecho de que algunos de nuestros federados se eternicen en sus cargos por 25, 30 y hasta 40 años, es porque usan los recursos que reciben para hacer politiquería con las asociaciones y ésto es una modalidad de corrupción.
Esta es la razón que explica, que haya federados que sin tener méritos ni tiempo en el movimiento deportivo, hoy estén aspirando a la presidencia del Comité Olímpico, pues dan como bueno y válido que mediante la compra de conciencia pueden llegar
a la posición. ¡Que pena!.
