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Sin patria ¿Seguiremos siendo dominicanos?

Sin patria  ¿Seguiremos siendo dominicanos?

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Debemos defender la patria metro por metro, porque es nuestro país, lugar donde correteamos por primera vez y donde nacieron y crecieron nuestros sueños, frustraciones, amores y esperanzas.
Quisqueyanos valientes, alcemos
Nuestro canto con viva emoción,
Y del mundo a la faz ostentemos
Nuestro invicto, glorioso pendón.
¡Salve! el pueblo que, intrépido y fuerte,
A la guerra a morir se lanzó,
Cuando en bélico reto de muerte
Sus cadenas de esclavo rompió.
Ningún pueblo ser libre merece
Si es esclavo, indolente y servil;
Si en su pecho la llama no crece
Que templó el heroísmo viril,
Más Quisqueya la indómita y brava
Siempre altiva la frente alzará;
Que si fuere mil veces esclava
Otras tantas ser libre sabrá.
Esas letras fragmentadas de nuestro hermoso Himno Nacional retratan la grandeza y valor que representa para una nación tener su propia identidad, sus simbologías y esencias patrióticas.
Imaginémonos perder nuestro himno y bandera por una nueva intromisión extranjera; por intrusos patear y escupir la imagen del padre de patria, Juan Pablo Duarte.
Se estaría también pisoteando a los patricios Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez y por supuesto, a todo el pueblo dominicano.
Ese querido terruño de 48 mil kilómetros cuadrados debemos defenderlo todos, incluyendo aquellos que conspiran diariamente contra República Dominicana.
Esos traidores se volverán a ver frente a frente con el juicio de la historia y la implacable decisión de un pueblo que batallará con todas sus fuerzas defendiendo a uñas y dientes el territorio nacional.
Reflexiono de esa manera porque realmente me indigna contemplar lo que viene ocurriendo en el país sin que las autoridades asuman sus responsabilidades.
¿Por qué aceptamos que un haitiano cualquiera utilice la bandera nacional para limpiarse después de defecar, lavar carros o para lustrar zapatos en las vías públicas?
¿Cómo podemos permitir que las estatuas y figuras del fundador de la nacionalidad dominicana, Juan Pablo Duarte sean objetos de burlas y destrucciones?
¿Por qué dejar que frente al Altar de la Patria en el Parque Independencia se realicen manifestaciones que atentan contra la nacionalidad dominicana?
Pero además, ¿Por qué seguir auspiciando desde el púlpito de las iglesias católicas y protestantes que sea abierta totalmente nuestra franja fronteriza?
Dominicanidad
Amplios sectores del país vienen advirtiendo sobre el peligro que representa la masiva migración haitiana desbordada en los últimos meses ya a niveles muy preocupantes.
El propio presidente del Tribunal Constitucional de la República Dominicana (TCRD), magistrado Milton Ray Guevara ha planteado la unidad de los dominicanos para defender su soberanía.
Y agregó que “si nos mantenemos unidos nada ni nadie podrá desvanecer nuestra nacionalidad y llevar la República al caos y al enfrentamiento”.
En realidad, en cualquier parte del mundo es insostenible la migración extranjera sin control y dejando de lado los fundamentales mecanismos de seguridad interna.
Si en la frontera dominico-haitiana un soldado deja pasar a los haitianos porque lo gratifican con un par de dólares, entonces para nada ha servido el costosísimo Plan Nacional de Regularización de Extranjeros implementado por el gobierno.
En efecto, el director del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), almirante Sigfrido Pared Pérez, atribuyó la migración ilegal haitiana hacia el país a la falta de controles fronterizos y a la irresponsabilidad generalizada de los gobiernos, que tras el fin de la dictadura de Trujillo le dieron la espalda al tema haitiano.
Según Pared Pérez en el país hay cerca de 1.5 millones de haitianos ilegales sin documentaciones porque las autoridades de Haití ni siquiera les garantizan esas identidades personales.
Sumando los que están registrados legalmente, entonces ¿a cuántos asciende la totalidad de la población haitiana que vive en República Dominicana actualmente?
¡Por Dios!, ya es demasiado.
El autor es periodista y catedrático universitario.

El Nacional

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