Parece que la tarea de desarrollar un nuevo partido político en un país como el nuestro es una tarea difícil, complicada, muy a pesar de las consideraciones de distintos ciudadanos, que se recogen en las encuestas.

A juzgar a priori o por esos resultados habría espacio para un nuevo proyecto político que, en modo alguno, significa nuevas ideas políticas. Y más ahora cuando hay quienes promueven que en términos ideológicos, todos somos iguales. A todos nos incluyen en un mismo paquete.

Comenzamos a repetir “el fin de las ideologías”, sin mirar atrás ni a los lados, nada.

Bueno, en tanto, dos personas han anunciado nuevos proyectos políticos para los comicios presidenciales del 2020, uno de ellos es Milton Morrison y la otra Fausto Díaz, los dos van de un lado a otro con un portafolio sobre su organización político-partidaria y su nuevo modelo político.

No critico ni al uno ni al otro. Ni me atrevería hacerlo. Jamás. Hay que ayudarlos a echar para adelante, en el entendido de que debemos abrirle paso a todo aquel, sin antecedentes inmediatos en las prácticas políticas, se ha planteado asumir el reto, y tal vez contribuyan a enriquecer el debate político.

Morrison y Díaz están enfocados en sus propuestas, su concepto, su forma de organización. Quieren girar en torno a sus propios manifiestos o declaraciones de intención.

Otros optaron por lanzarse con políticas de confrontación. Recurrieron al viejo método de ganar adeptos con base a las críticas a la gestión públicas y a las acusaciones tomando expedientes de corrupción gubernamental. La suerte está echada.