No precisamente reeleccionistas. Leonel Fernández, con todo lo que representa, evidentemente encabeza las fuerzas opuestas a que Danilo Medina siga en el poder. La Constitución de la República tampoco se lo permite. Las tendencias económicas, sociales y políticas apuntan en sentido contrario al continuismo.
Es imposible sustentar por mucho tiempo una aparente prosperidad en el endeudamiento público. Los resultados son desastrosos para el país y para quienes promuevan ese orden. Más temprano que tarde se vuelve en su contra. No hay gestiones clientelares, fraudes ni triquiñuelas que superen los efectos de una crisis económica, mucho menos cuando la credibilidad de un gobernante anda por el suelo, como ocurre ahora.
La corrupción y la impunidad siguen siendo lemas de campaña, sino de una socavada oposición, sí de la Marcha Verde, marcando las tendencias sociales y políticas. El progresivo deterioro en los servicios de salud, entre otros, es un gran valladar anti releccionista. Ni qué decir de la violencia e inseguridad ciudadana.
Incluso el sentido oportunista de las alianzas partidistas, atraídas por las mieles del poder, pueden verse reducido notablemente visto el panorama descrito. El propio PRD ha insinuado un distanciamiento estratégico, lo cual resulta contagioso como efecto dominó. Fenómeno nada sorprendente en el quehacer político.
Los vientos externos soplan todavía más fuerte e insistentemente contra el proyecto Danilo 20-24. Si alguien lo duda, que siga de cerca el comportamiento de Estados Unidos y Brasil frente a los escándalos de Odebrecht, cascabel ruido pegado a la cola de este gobierno.
