El jardinero dominicano ha sido importante en la defensa y bateo oportuno; el receptor criollo está impresionando con el manejo de los lanzadores
Nelson Cruz y Carlos Santana han brillado en el Clásico Mundial de Béisbol en diferentes facetas del juego.
Cruz y Santana son dos peloterazos.
Cruz, uno de los jugadores más inteligentes de los que participan en el Clásico, se ha desempeñado en el bosque derecho, en los seis partidos, con una elegancia y maestría que lo han llevado a recibir amplios elogios de la prensa internacional que cubre las incidencias de la justa mundialista.
Tiene un bateo respetable y se mueve con seguridad en el jardín derecho.
Los batazos difíciles los convierte en out y ha sido una pieza vital para los triunfos de la República Dominicana que anoche se movió hacia San Francisco, Estados Unidos, para chocar mañana lunes, en la noche, en un juego de vida o muerte con la selección de Holanda.
Da gusto ver jugando a Nelson Cruz y sus compañeros no se cansan de elogiarlo por su disciplina, ser buen amigo y un compañero ideal para conversar diferentes temas.
El jardinero criollo es una amenaza siempre para el pitcheo enemigo.
Carlos Santana
El joven Carlos Santana ha sorprendido a muchos con su maestría detrás de la goma.
Goza de gran confianza de los lanzadores dominicanos, quienes siempre confirman, con un movimiento de cabeza, que están de acuerdo con las decisiones que toma en cada lanzamiento.
El receptor es clave y, más, cuando se juega con un contrario que tiene jugadores que los lanzadores no conocen para establecer sus debilidades y virtudes.
Santana es paciente en el plato y parece que es un abridor, pues no se va con bolas malas.
Mantiene un entusiasmo entre sus compañeros y ha sido elogiado ampliamente por el dirigente Tony Peña.
Dominicana
Los dominicanos siguen invictos con 6-0 en el Clásico para felicidad del Marchante que suscribe.
¡Adelante muchachones!
Hasta mañana, si Dios quiere, dominicanos.
No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.
William Shakespeare
