En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte. (Honoré de Balzac)
Nunca terminarás de conocer el corazón humano decía mi madre cuando escuchaba o era testigo de excepción de algún hecho que le tocaba el gran corazón con el que fue dotada por el Todopoderoso.
Nuestra progenitora fue un ama de casa nacida en una época muy distinta y distante de los códigos morales que rigen la sociedad de hoy día, de las que venían con un librito debajo del brazo como instructivo para la educación de una familia extensa: siete hijos.
Hace tres años mi madre falleció y cada día que pasa recuerdo esa frase: Nunca terminarás de conocer el corazón humano.
Hoy día la generalidad de las personas se desvive por tener, no importan los fines, los caminos non santos que recorrer, ni a quién se lleven en el trayecto.
Venden una imagen impoluta ante una sociedad que ha perdido la capacidad de asombro. Maquinadores, manipuladores con una espantosa capacidad de venderse como potables candidatos al papado.
Se convierten en las más solidarias compañías en momentos en que advierten un espacio para pescar en río revuelto.
Mi madre sigue teniendo la razón y cada día que pasa escucho el eco de sus palabras cuando veo en cada acción de gente irrefrenable la frase en cuestión.
Definitivamente… nunca terminaré de conocer el corazón humano.