Editorial

Tragedia e impunidad

Tragedia e impunidad

Tres muertos y siete heridos ha sido el saldo provisional de violentos enfrentamientos entre manifestantes y contingentes policiales en Santiago y San Francisco de Macorís, historia de tragedia que se reedita con preocupante frecuencia como si fuera condena divina que esas y otras comunidades tienen que purgar por siempre.

Igual que antes y que después, organizaciones innominadas se arrogan derecho o potestad de convocar huelgas y paros que de antemano se sabe que tendrán matices de violencia, única manera de garantizar ausentismo laboral, cierre de comercio y transporte. Como ha sido siempre, el manto del olvido servirá para que familiares de los muertos sequen sus lágrimas y una espesa neblina de indiferencia e impunidad impedirá que la justicia identifique y castigue a los responsables de tales sucesos.

Hoy temprano los patrocinadores de esos absurdos paros y huelgas permitirán que los aldeanos retornen a sus normales padecimientos, bajo el trágico predicamento de que el muerto con tierra tiene y que los heridos curen sus heridas como puedan o terminen por morirse. Ninguno de los reclamos de hacer o no hacer invocados por quienes unilateralmente convocaron a la violencia, será atendido por las autoridades, no al menos como consecuencia de la sangre derramada, pero eso tampoco importa, porque la tarea inmediata será preparar de nuevo el escenario para más sangre.

Sin el consentimiento ni la participación de eso que llaman “pueblo”, gente insensata quiso incendiar la pradera en Navarrete, Santiago, San Francisco de Macorís, Moca y Bonao, sin que se tenga claro si de verdad los motivos fueron reivindicaciones sociales o urdimbres políticas.
Se reclama que el Ministerio Público inicie -si se cree con valor y voluntad política- a los fines de identificar a los civiles responsables de los desórdenes y a los agentes policiales que incurren en exceso, aunque de antemano se sospecha que nada ocurrirá. Duele saber que mentados grupos populares no han avanzado ni un milímetro en la labor de identificar formas novedosas de lucha social e inserción política y prefieren insistir en los cavernarios métodos de secuestro colectivo por vía de la violencia irracional.

El Nacional

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