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UN LEGADO A LA JUVENTUD

UN LEGADO A LA JUVENTUD

Baní, desde niño, fue para mí un nombre singular porque allí nació el libertador de Cuba, Máximo Gómez Báez, un 18 de noviembre de 1836. Siempre me extraño que en su patria, la República Dominicana, no fuera declarado día de regocijo el nacimiento de aquel genial guerrero que “despertó a la epopeya,” como acotó Deschamps, y la realizó con un puñado de mambises que, “a pie y descalzos”, le arrebató al Imperio Español su última y más rica colonia del Caribe.

Para este fin, le escribí una carta al Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, pero no obtuve respuesta. Todavía la espero. En el propio Baní escuché que anteriormente se conmemoraba pero no se en la actualidad.

Mi hogar en La Habana era un santuario donde se veneraba la memoria del impetuoso guerrero bajo cuyas órdenes, impartidas a través del mayor general José Miguel Gómez y Gómez, quien posteriormente fue electo Presidente de Cuba, lucharon por la Independencia de Cuba mis tíos abuelos, el coronel médico doctor Matías Duque Perdomo y el mayor abogado Antonio Duque Perdomo, quienes adolescentes, prendieron fuego a la caña y al ingenio de sus padres para acatar la consigna del generalísimo de “tierra arrasada.”

De niños, ambos patriotas nos contaban las hazañas increíbles del “chino viejo” y nuestras tías abuelas, hermanas de los patricios y ellas también patricias, nos contaron como desde el alto balcón de su casa contemplaron conmovidas, con lágrimas en sus ojos, la entrada triunfal del Ejército Libertador bajo el mando del generalísimo erguido sobre su caballo Saíno, mientras blandía en alto su machete invencible y cobijaba su frente bajo el sombrero de guano de soldado mambí.

Tanto así que, a mis 16 años de edad, cuando ingrese prematuramente en la Academia Literaria, erigida a nombre de la insigne poetisa cubana, hija del Camagüey, Gertrudis Gómez de Avellaneda, de mi Colegio de Belén, la imagen histórica y el tema que con mas emoción bullia en mi espiritu era precisamente la personalidad ignea del generalísimo, conductor de la epopeya que libertó a Cuba del Imperio, pero no de España, cuyos vinculos familiares, religiosos, de lengua y cultura, comerciales e incluso industriales por los ingenios de azúcar de caña, fueron respetados, tras la independencia politica.

Martí, hijo de modestos inmigrantes españoles, en su manifiesto de Montecristi, dedicó una frase de respeto, amor y motivo para el “español honrado,” arraigado en el suelo de Cuba libre.

Ahí empezó el extraordinario desarrollo del inmigrante español en Cuba, debido a la nueva relación comercial, tecnológica y educativa entre el poder económico los Estados Unidos de América y la naciente República de Cuba. 

Por eso, no dude manifestar en una ponencia durante un seminario patrocinado por el culto empresario Don Manuel Garcia Arevalo: “Los inmigrantes españoles asentados en Cuba Libre desde 1902 hasta 1959 produjeron una fortuna mayor que los mismos inmigrantes desde 1492 hasta 1902.”

Baní y la figura regia del generalismo, pervivian en el alma de mi padre el doctor Manuel Dorta Duque, con más lozania, tal vez, que ningun otro cubano.

Así en el año 1936, en el Centenario del nacimiento de Máximo Báez Gómez en Baní, cuando mi padre fungía como Ministro de Hacienda, sugirió al recién electo constitucionalmente Presidente de la República de Cuba, doctor Miguel Mariano Gómez Arias, que por Ley de la Republica se erigiera en mármol blanco, que reflejara la pureza de intencion hacia Cuba del egregio banilejo, una estatua ecuestre del Libertador de Cuba, machete erguido y cubiertas las sienes gloriosas por un raído

sombrero campesino a la usanza del corajudo mambi libertador, para que dominara el Mar de las Antillas ante el puerto de la bahia de La Habana.

En esa misma Ley se consignaba que en un mismo mármol blanco se esculpiese un busto del glorioso banilejo, libertador de Cuba, para ser donado al pueblo, hoy ciudad esplendorosa, de Bani, cuna  del generalísimo mambi.

Por todo esto, me regocijo infinitamente cuando veo que los Perelló, una ilustre familia banileja que ha desarrollado una poderosa industria procesadora y empacadora de aromatico café en polvo, (a base del café en grano producido principalmente en las lomas de Peravia, de San José de Ocoa, y Rancho Arriba), ha realizado la edificación y habilitacion de un Centro Cultural, colector de la ya ingente expresión cultural banileja y acicate de los “pinos nuevos,” en frase de Marti, para que enriquezcan con aportes genuinos y dignos de la ya encumbrada historia literaria banileja. Y en el que se celebren eventos, actos, tertulias de ambito local, nacional e internacional.

Conocí y trate con genuina amistad a don Masu Perelló, hombre intenso, emprendedor y laborioso, de agudo y diestro sentido empresarial pero también elegante gallero y discreto hombre de mundo.

También disfruto, desde hace décadas, de la sincera amistad de don Rafael Perelló, generoso heredero de la perspicacia paterna y ejecutivo de muñeca vertical, quien creó y concibió la feliz idea de encauzar el mecenazgo de la distinguida familia Perelló hacia la creación del Centro Cultural Perelló en la ilustrada ciudad Baní.

No dudo que el dinámico espíritu de don Rafael fuera estimulado por la misma musa que motivo a ese ilustre santiaguero que se llamo don Eduardo Leon Asencio, quien creó, con el concierto de sus hermanos, el Centro Cultural León del siempre acogedor y dinámico, a pesar de las borrascas de hoy ciudad de Santiago de los Caballeros.

Estoy seguro que,esa semilla, germinada en el alma inquieta de don Rafael Perelló, brotará.

El Nacional

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