Opinión

Un país de sorpresas

Un país de sorpresas

La República Dominicana es un país de sorpresas que hacen brotar el optimismo, pero también de frustraciones cuando un escándalo tapa otro escándalo, como una de rueda que cae por una pendiente y de repente se detiene.

La Justicia pocas veces ha funcionado, y cuando lo hace casi siempre es para castigar a los pequeños o medianos rateros, nunca a los llamados “delincuentes de cuello blanco”.

La opinión pública todavía no sale de la sorpresa ante el sometimiento hecho por el Procurador General de la República contra el senador Félix Bautista, un hombre que en pocos años, arrancando de la nada, es hoy uno de los más poderosos económicamente en el país, a juzgar por documentos presentados en la prensa, la radio y la televisión.

Pero, naturalmente, no es culpable hasta que un Tribunal así lo decida. Sin embargo, la opinión pública piensa todo lo contrario, pues la generalidad cree que las imputaciones que se les hacen al senador y otras personas sí tienen fundamento. El Procurador ordenó la incautación, de manera provisional, de bienes supuestamente propiedad del senador cuyo precio supera los tres mil millones de pesos.

No cabe ninguna duda de que las acciones del Procurador tocarán muchos intereses. Ciertos analistas dicen que, con la acusación contra Bautista, en realidad lo que se persigue es hacer daño político al ex Presidente Leonel Fernández, como si el líder del PLD eventualmente no pueda ser enjuiciado. No hay que olvidar que el propio Fernández ha dicho que Bautista es como si fuera un hijo suyo.

No es la primera vez que el Procurador trata de que se haga Justicia en casos de corrupción, pues lo intentó antes al reactivar varios expedientes por corrupción que luego fueron archivados.

El Procurador fue nombrado para ejercer su potestad en la búsqueda de aplicar la Ley, sin distinciones ni rangos, de manera que lo único que hay que resaltar y aplaudir es el coraje que ha tenido para marcharle a “pejes gordos”, gentes con Poder, que siempre se han creído intocables.

En lugar de pedir su destitución, ese funcionario debe ser respaldado, como lo ha hecho el pueblo a través de diversos medios, pues no todos los días aparece en nuestro medio alguien dispuesto “a jugársela”, como se dice, para comenzar a adecentar este país de nuestros amores.

No es posible que en la República Dominicana la corrupción siga tan campante, sin que los responsables sean enjuiciados y castigados. Tampoco debemos olvidar que la corrupción se lleva unos 90 mil millones de pesos anuales, según quienes han calculado estos desmanes. Está bueno ya.

 

El Nacional

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