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Una novela llena de fascinación y encanto

Una novela llena de fascinación y encanto

Diferenciar entre un personaje de ficción y  el  personaje de real existencia ha  provocado muchas  horas de reflexión y estudios entre los  especialistas  de la creación literaria. Todo ello, a pesar de  que  desde el punto de vista formal, persona y personaje son conceptos  bien diferenciados.

Se ha creído que los personajes son puro invento de los creadores  literarios, que los personajes sólo existen en los cuentos, las novelas, el teatro y en las producciones cinematográficas.  Eso se ha creído con aparente lógica, porque como se ha dicho, los personajes se han hecho a imitación de las personas.

 La vida  presenta con frecuencia sujetos reales que se tornan en seres que parecen de fantasía, que adoptan  actitudes  y formas de ser  que los tipifican como auténticos personajes,  cual si fuesen producto de la creación, de la fecunda imaginación de un autor literario.

Estas apreciaciones vienen a propósito  de que Rafael Darío Durán nos ha convocado para presentar su nueva novela “Con el diablo en el cuerpo”, la cual está basada  en la vida de una persona real a la que el autor le ha descubierto  la condición  mítica, es decir cuya vida resulta una materia prima procesada para el desarrollo de una historia de ficción contable, novelable y filmable.

Porque, definitivamente,  ha habido personas, y sigue habiendo, ante cuyos perfiles, la capacidad inventiva de un escritor  puede resultar insuficiente. Ahí es, precisamente, que el  novelista  pone a prueba su talento  para discriminar entre hechos y personajes  que encierran valor, que resultan  buenos materiales para elaborar su obra, y los que equivalen a pajas o materiales de desecho.

Con ésta, su tercera novela,  Durán  ha demostrado un adecuado manejo en  este discernimiento. Sus oídos, sus ojos, su sensibilidad lo han conducido hacia un tema que estaba ahí, esperando un autor que le diera la forma definitiva de una novela.

Y él lo ha hecho de la mejor manera, porque ha sabido combinar la importancia de un hecho con el manejo de la técnica narrativa, porque ha sabido  imprimir   sentido literario a la vida de una persona y porque ha sabido infundir vida a los demás personajes que acompañan al personaje principal a fin de que la historia culmine eficazmente. 

Durán hace lo que José Ortega y Gasset ha  considerado que tiene que hacer  quien desee embarcarse  en la trabajosa aventura   de componer una novela.  Dice Ortega:

“En suma, el novelista, si se quiere, tiene que copiar la realidad, pero en ésta hay estratos superficiales y estratos a que  aún no había llegado nuestra mirada. Es un  buen novelista quien posee perspicacia bastante para sorprender estos estratos profundos y gracia suficiente para copiarlos”.

Rafael Darío Durán ha encontrado el componente activo de su obra en la vida accidentada de la cantante cubana La Lupe, que estuvo en la cima de la popularidad y del bienestar económico, para caer en el abismo y en el más horrendo olvido, debido al vicio.  Como toda diva, fue prisionera de su necesidad de reafirmación por medio de la adulación y en su caso, también del sexo desordenado. Resalta en la vida de esta mujer, además, su estilo desafiante, lacerante, alocado, que llegó hasta molestar al poder político.

 Para recrear la vida de la Lupe,  nacida en Santiago de Cuba, cuya voz  inundó intensamente radios y velloneras de nuestro continente como pregonera de sentimientos y pasiones en los que el erotismo alcanzó su máxima expresión, Durán, como meticuloso orfebre, como entusiasta inventor, recurre a la creación de otros personajes  que  resultarán  más que útiles, indispensables.

La novela de Durán  no sólo  cuenta  la historia de esta cantante borracha y atormentada, seducida  por los vicios, sino que  éste es el pretexto para el autor  radiografiar, por ejemplo, el fenómeno de la emigración, que marca a miles de familias en todos los países del mundo, la curiosidad del ser humano por conocer otros destinos, vivir nuevas experiencias, no obstante las  consecuencias emocionales que esto arrastra.

Una novela basada en hechos reales es una obra de arte y es una obra de sociología.  La novela de Durán  toca, con visión interpretativa y gusto de creador literario,  asuntos que están a la vista, pero que precisan de una visión y una capacidad de abstracción  que permitan una valoración  precisa y justa sobre los mismos.

Es lo que hace  Durán respecto del  exilio cubano en los Estados Unidos. La transformación que se produce en los colaboradores del régimen  de Fidel Castro cuando pasan a formar parte del exilio constituye un fenómeno  provocativo, incitador del juicio especulativo. Aquel personaje llamado Julio Escarramán, quien orientó a Josua a su llegada a La Habana, es un buen ejemplo, como lo maneja Durán, de este aserto.

La vida íntima del pueblo cubano, con sus estrecheces y su ingenio para sobreponerse a las mismas y los efectos del bloqueo  económico a que  el gobierno norteamericano  somete a ese pueblo, encuentran cupo también en esta novela, basada en un personaje   de la farándula, pero que trasciende las  delectaciones de los sentidos y las trivialidades propias del tipo de gente que protagoniza la obra.

De manera general, los hechos que van ocurriendo en el país desde la Gesta de 1959 (cuando se inicia la novela), el tiranicidio, el gobierno de Juan Bosch, la Revolución de Abril y la invasión norteamericana de 1965, el ascenso de Joaquín Balaguer al poder y la llegada del segundo  gobierno del PRD, forman parte de la atmósfera política  en que se desarrolla  la historia.

De modo que no me queda  más que reiterar lo expresado en el texto incluido en  la contratapa de la obra que hoy circula con el sello de editorial  Gente:

“Con el diablo  en el cuerpo” es una novela realista, por cuanto parte de situaciones reales, protagonizadas por sujetos reales. Paradójicamente,  los personajes reales han arrastrado a los ficticios, necesitados por el autor para construir, o reconstruir, una historia terriblemente dramática y profundamente rasgante. Se  trata de la vida excepcional de la Lupe… tan característica y tan digna de narrarse.

Rafael Darío Durán recrea  la existencia accidentada de la cantante cubana, y lleva al lector con ella  hasta la  cima de la popularidad y del éxito, para que éste la vea descender al abismo moral y rodar por el más horrendo olvido. Víctima de la fama, el vicio y la adulación, Lupe asumió un estilo artístico desafiante y lacerante que llegó  a molestar a Fidel Castro, lo que sin duda añadió un toque de fatalidad a su azaroso vivir.

La Habana, Caracas, Nueva York y Santo Domingo sirven de marco a una narración desbordante de pasión y lirismo en la que los hechos políticos soportan el trasfondo de una historia que interesa y conmueve, por la forma en que presenta las interioridades del alma humana. “Con  el diablo en el cuerpo” es una novela repleta de fascinación y encanto.

(El autor es periodista, novelista y profesor en la UASD).

El Nacional

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