Opinión

Unas de cal….

Unas de cal….

Las exhortaciones del Papa para que sean eliminados la corrupción, el narcotráfico y otros males que afectan a la sociedad dominicana no han sido valorados en su justa dimensión por el Gobierno ni por la oposición.

Por un lado las autoridades han recibido la reprimenda papal con simpleza, tratando de degradarla a la categoría de lo insignificante, rehuyendo el tema cuando debieron dar la cara para decir y convencer de que hacen el esfuerzo posible para enfrentar esos problemas.

Y por el otro, el liderazgo de la oposición ha tratado de acomodar lo dicho por el Papa Benedicto XVI al politiquero discurso mediante el cual trata de convencernos de que los grandes males nacionales empezaron el día que el presidente Leonel Fernández se juramentó como tal.

Olvidan adrede que cuando el Partido de la Liberación Dominicana y el doctor Fernández llegaron al poder ya el narcotráfico se había consolidado tanto en su mayoría de edad  que se dificultaba deslindar con precisión la frontera entre ese flagelo y la cima del poder.

Ya para entonces también la corrupción se había detenido durante muchísimo tiempo a la puerta del despacho presidencial, y hay quienes afirman que hasta había logrado abrirse paso para entrar.

O sea, hablamos de fenómenos y conductas delictivas en cuya expansión alcanza responsabilidad cada uno de los sectores políticos que nos han gobernado, y tal vez por eso los unos ni los otros han dado el frente con la actitud debida a las críticas del Papa.

Naturalmente, en el caso de nuestro principal partido de oposición entiendo que le resultaría difícil bastanto cuesta arriba valorar en su justa dimensión las críticas del Pontífice.       Porque a juzgar por los resultados de una encuesta hecha por el Centro Económico del Cibao en noviembre del año pasado, en la derrota electoral infligida por el presidente Fernández al candidato perredeísta influyó bastante un escándalo de corrupción en el que se le mencionaba.

Según esa medición, el 51.9 por ciento de los dominicanos consideró en esa oportunidad que la mención del ingeniero Miguel Vargas Maldonado en el sonado caso Marbella afectó sus intenciones de alcanzar el poder en las pasas elecciones presidenciales.

Ese porcentaje se impuso al 31.6 que estimaba que el escarceo relacionado con ese escándalo no causó ningún efecto contrario al proyecto político del candidato perredeísta, y se afianzaba con el 7.1 que reconocía que “tal vez” sí le había causado algún daño.

De manera que conforme a esa encuesta tenemos que además del pesado lastre que le representó el haber sido figura de principalía del Gobierno del agrónomo Hipólito Mejía, el ingeniero Vargas Maldonado se vio imposibilidado de alcanzar el poder por el oscuro nubarrón que lo cubrió a propósito del escándalo Marbella.

 Ni siquiera le valió mucho el recurso publicitario de quitarse el apellido Maldonado tratando de romper el vínculo que le atribuían con el sonado caso de corrupción, porque el daño ya estaba hecho.

Claro, entiendo que habiendo sido afectado por una situación de la que de acuerdo a la percepción del electorado no pudo zafarse, el propio inteniero Vargas Maldonado tal vez ha debido interpretar el verdadero sentir de la preocupación del Papa.

Pero es más cómodo permanecer callado o integrar la reprimenda papal a la bullaranga politiquera que trata de convencer a los dominicanos  de que el único responsable de que el narcotráfico y la corrupción administrativa nos ahoguen es el presidente Fernández.

Porque si se asumen con el espíritu que les imprimió Benedicto XVI a sus palabras, entonces cada uno de nuestros principales actores políticos tocará “colita”, y no faltará quien resulte ¿agraciado? con “aproximación”.

 victormendez23@hotmail.com

victormendez23@gmail.com

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